martes, 12 de septiembre de 2017

Desafío Urbión: el de la Laguna Negra!!

Inicio de la crónica:

Viernes: trabajo. Sábado: ir a Covaleda, ver la Vuelta, ver el briefing, cenar. Domingo: correr Desafío Urbión y volver a Valencia. Lunes: despedido por dormirme/cojear/soñar con hayas...o todo junto.

Fin de la crónica.

Ya te has quedado con lo importante pero, si te parece, desarrollamos un poquito más los puntos excepto el del viernes y el del lunes, si podemos elegir. 

El sábado, en Valencia, soplaba un interesante poniente. Un día genial para no hacer nada. Entonces, recibí un mensaje que me alarmó del hijo de la Tomasa.



Me faltó tiempo. Camino de Soria, el termómetro marcaba once grados y llovía como si hubieran plantado tres fallas de especial juntas. Coche limpio. Cristal limpio. Así que se podía ver la indicación de la N-234 (Burgos) perfectamente. Lógico, por tanto, que apareciéramos en la A-15 dirección Madrid. Gajes del oficio.

En Duruelos de la Sierra (centro de operaciones) nos instalamos a las cuatro. Cielo nuboso. Aire. Rasca. Obviamente, la ropa de invierno portada se concentraba en una chaquetilla birriosa. Volveré constipado.

¿Y qué vamos a hacer allí? Lo primero y básico: no hacer el ridículo. Complicado. Lo segundo: participar en el Desafío Urbión. Un nombre molón para una carrera de esa misma característica. 36 kilómetros y unos 2500 positivos. Punto a favor con respecto al año pasado: este año estoy. Punto en contra: a la entesitis/tendinitis le gusta más el monte que a mí y creo que quiere dar guerra.

Tras ver a Froome ganar de una p*ta vez la Vuelta, nos dirigimos a Covaleda a ver a Ernesto y a Vicen. Y luego al briefing. Importante la información dada pero me temo que a las aportaciones de Manuel Merillas no las hizo pensando en mí: habla que en la segunda subida ya habrá que ponerse a andar. Vamos que da por hecho que la primera, la de los siete kilómetros, se hará corriendo. Justo lo que pensaba...

Y de ahí nos fuimos a cenar. Y, por decoro, no diré nada acerca de Vicen y es que el que se fuera a Soria a pedir sepia...bueno, eso, que no digo nada. Ale, rapidito. Vamos a dormir.

Y a las siete sonó el despertador. Y a las 8.00 estábamos prestos y dispuestos para no salir. Leches, qué frío. A las 8:15, tras una serie de refunfuños estábamos prestos y dispuestos para no salir pero ahí, bastante monos frente al arco de meta. Nuestro objetivo, esta vez en serio, es llegar antes que lo desmonten.



Y a las 8:30, Merillas dio la salida. Y para que no se avergonzara de nosotros, el rato que nos podía ver, lo hicimos corriendo. Ahí es nada. Como la élite. El hecho que los 300 primeros metros fueran descendentes es irrelevante.

Lo fuerte es que, una vez ya puestos en la subida, que nos llevaría un rato -es lo que tienen 700 metros de desnivel, así, de inicio-, en algún rato trotaríamos. De todos modos, esa osadía merillera se traduce pronto en que me canso. Vamos, que troto, me canso, ando y me pasan los dos, recobro energía -o sea, que baja la pendiente-, troto, me canso, ando y me pasan los dos, hasta que a la tercera...desaparece el troto y solo queda el ando, ando, ando más lento...vamos, resumiendo, que en vez de contemplar el bosque de pinos tan fastuoso que estamos recorriendo, mi visión básica se limitará a esto.


Así que eso, a ver como duermes ahora. Lo siento. Debí avisar.

Tras un breve contacto con la civilización -cruzamos una carretera-, la senda seguía subiendo...así hasta el kilómetro seis. Ahí, la pareja se paró porque a Ernesto se le había enganchado algo...vamos, cosas de torpes. Y Vicen le ayudaba.

Mientras mis compañeros de batalla, mis amigüitos, mis compinches de aventura, mis iguales (aquí parece que os quiera vender un cupón) lidiaban con esa incontinencia, yo hice lo que se suele hacer en estos casos...echar a correr. 

Conseguimos coronar. Va poco más de una hora. Nos encontramos el primer avituallamiento, pero pasamos de largo. Hay que aprovechar que el tendón apenas molesta y que Pili&Mili van por detrás. A ver cuánto dura esto...De momento, aprovechamos la bajadita y el hecho que no haya dolor.

Por lo menos, hasta la Laguna del Hornillo. Así, si me dicen algo ya les podemos contestar, "ya, pero hasta la Laguna del Hornillo no hubo huevos". Algo es algo. Por cierto, bastante apañadita.


Tras esta primera laguna, toca subir al Mojón Alto. La falta de vegetación a estas alturas (coronaremos cerca de 2000 metros), permite que, en una visión rápida, se vea por donde hay que subir. También se ve, cerca de coronar (o, lo que es lo mismo, donde dejan de verse puntos de colores fluorescentes), un caballo. Eso es bueno. Se puede subir a cuatro patas.

Coronado el Mojón Alto, un descenso ligeramente empinado nos conduce a la Laguna Helada. El hecho que allí sople el viento como ...[pon aquí la exageración más bestia que se te ocurra, que seguro que se queda corta]...pues eso, hace que rapidito estemos en el avituallamiento.

Por cierto, el trabajo de los voluntarios es de quince sobre díez, pero el de la chica de la foto es para hacerle una reverencia. Los que pasamos por ahí sabemos que calor, calor...no pasó.


Así que, en el reparto de notas, un quince para todos y un diecisiete para ella.

Este avituallamiento lo disfrutamos un poco más. Pero nos damos cuenta de una cosa...y es que no hay isotónico/Coca Cola. Bueno, mejor dicho, no lo veo. Yo esperaba ahí mis botellitas y no estaban. Así que llenamos todo con agua, comemos algo y nos tiramos para abajo, pero antes posaremos con el palo para selfies tan guapo que me encontré allí.


Las condiciones climatológicas...pues un poco cambiantes. Un frío del carajo a primera hora (hasta cuatro grajos vimos andando), durante la primera subida momentos de calor (manguitos fuera), frío (manguitos dentro), un poco de chispeo, luego un poco de niebla...pero íbamos avisados: en la charla comentaron que, en el Urbión, el sábado, nevó.

Toma ya. Por cierto estamos sobre las dos horas y seguimos bajando hacia la joya de la carrera. A mano izquierda, aparece, por fin, la Laguna Negra. Nada, no hay calificativo que describa lo que ven nuestros ojos (aparte de las piedras de la senda, de cajón). Fascinante es poco. Asombroso, también. Una p*ta pasada, igual queda algo poligonero...pero vamos, es algo que no hay que dejar de ver.


Si os fijáis, detrás del tipazo del muchacho de la foto -bueno, de lo poco que deja ver el comeflanesdelasp*lotas-, se ve de lo que hablo...a que es impresionante!!!.

Y seguimos bajando. Y sigue un tramo bastante técnico que nos llevará a rodar unos metros junto a la misma Laguna. Esa porción de agua tan impresionante, ahora estamos rodando junto a ella...¿sabes lo que eso significa?. Sí, ¿verdad?...en efecto, toca subir. 

Vamos por los doce kilómetros y pico y empezamos a ascender el Zurraquín. Aquí ya empieza a pesar la alegría con la que estamos intentando no esperar a Vicen y Ernesto, vamos, que estoy cansado. La pendiente, además, no ayuda, la verdad. Este ascenso se puede dividir en dos partes, un primer kilómetro en el que subirás unos 240 positivos, terminados con un tramo rectilíneo en los que ponen una cuerda para terminar de desmoralizar. Por cierto, 18' de kilómetro, je. Y una segunda parte de unos setecientos metros en los que apenas subes otros cien positivos que el Merillas se los hará a 4'20'' pero yo...oye, no.

Eso sí, el Zurraquín se conquista y aquí los voluntarios nos hablan de las bondades del cortavientos o lo que sea que abrigue porque el aire vuelve a soplar con fuerza. Así que con él iremos un tramo. Bajaremos -casi nada, inapreciable- y empezaremos a subir nuevamente. Aquí las cosas no van bien por dos motivos: a la altura de la Laguna Larga noto que no puedo trotar -y es un tramo que invita a algo más que andar- y noto el estómago cerrado. Caquita. Llevamos tres horitas y la niebla baja.

Y ahí, se ve el Pico Urbión. ¡Qué va!, no se ve nada. La niebla se torna más espesa por momentos pero se puede ver a unos metros. Mira (risas) el lado bueno: no se ve lo que queda. Pasas por debajo de una roca, rodeas esa piedra, sigues esa marca, evitas un pedrolo y, magia, aparece un avituallamiento. Eso quiere decir que has coronado el pico más emblemático de la carrera y las vistas son...ya les vale!! Esto lo hacen para que volvamos, no hay duda :)

Para llevar 18 kilómetros y tres horas y media, la cara no es de esforzarse mucho vaguete.


Por cierto, tras una sucesión de kilómetros de 11', 18', 12', 11', 13'...ya me voy haciendo a la idea que una media por debajo de los 10 el kilómetro, como que tampoco. Ea, depresión al canto.

Mientras enjuago las lágrimas por saber que mi tiempo va a ser el que me merezco y no el que soñaba (igual entrenar más podría ayudar a conseguirlo, quién sabe) en el sucedáneo de isotónico que ofrecen en los avituallamientos al que, por cierto, le encuentro un ligero sabor a mazapán (atención, empresas de alimentación, tomen nota de este hueco de mercado), comienza la bajada. Aquí nos desharemos de la niebla -bien!!- y del cortavientos -bien!!-. Es más, sale el sol. 

Y cuando sale el sol, te empiezas a notar cómodo en la bajada y empiezas a pasar corredores con cierta plasticidad pasa lo que pasa siempre, que te desvían a la derecha y esa zancada elegante, marcando los ritmos de pisada, con las pulsaciones adecuadas bueno, eso, que todo eso se va a freír gárgaras. Que te aparecen los recuerdos del "mono de Nogueruelas" y la liamos.

[El "mono de Nogueruelas" es un ser mitológico que, en el Trail de Nogueruelas, les ayuda a marcar el recorrido. Es una carrera, cuyas ascensiones se caracterizan por una fuerte pendiente y por no tener una senda clara y, por tanto, a la hora de marcar el recorrido, van a la parte más baja del ascenso, cogen a un mono y le dan veinte cintas de marcaje (la especie da igual, con que no se coma las cintas es suficiente) y le sueltan.

Para conseguir su premio -generalmente un plátano en la cima- el mono ha de dejar las cintas de tal forma que no se las lleve el viento: las ata a un árbol, las pisa con piedras, las clava con un piolet en un tramo de pared lisa...lo que él considere.

Días después, el sábado de esa semana, los corredores del Trail han de coronar las montañas siguiendo esas cintas colocadas a modos de orientación]

Y esto a qué viene, pues a que a la altura del kilómetro 20 -más o menos coincidiendo en el tiempo con la llegada a meta del primero (ahí es nada!!)- nos encontraremos una pared de no más de 300 metros para salvar un centenar de metros positivos. Ojito a las zetas, pues, que nos marcamos en esta parte. 

Sé que subíamos por ahí...¿al final quién nos esperaba?. Esto lo dejo a tu opinión...


Tras subir esa pared y saber que ya no ganamos aunque lo queramos mucho mucho mucho, seguimos con un par de kilómetros de bajada para encontrarnos el cuarto avituallamiento y, a continuación, una nueva subida. Esta es bastante tendida. Así que estos dos kilómetros caen en poco más de 25 minutos. Estamos a punto de entrar en la fase de restar kilómetros. Nos acercamos al kilómetro 24 y sus cuatro kilómetros principalmente descendentes, ya que siempre hay algún repecho que se escapa. 

Pero en vez de cuatro son cinco y el avituallamiento lo tenemos en el 29. Más agua de mazapán, más plátano y un poco de sinceridad. Queda El Hayedo. ¿Es tan duro?. Le pregunto a una chica del control -que sí, que también le podía haber preguntado a ese hombre de anchas espaldas y barba espesa perooooo...es que ella estaba más cerca-. "Es largo pero duro", dice.

"Vale, levántate de esa silla, que me quedo."

De pequeño fue el coco, luego el hombre del saco, después los programas del corazón, luego vino Messi para los madridistas...siempre ha habido alguien que te generaba terror. En esta ocasión, ese ente tenía una forma distinta: era un frondoso bosque de hayas (o haigas -que me lo veo venir con las sucesivas evoluciones del diccionario-). Señores, tengo el honor de presentarles a...[música de El Canto De El Loco...o sea, terrorífica]: El Hayedo.

Así, a ojo, 1,8 kilómetros con 326 positivos. Afortunadamente, son bastante constantes. Tan solo habrá tres tramos especialmente duros. En uno de ellos, además, hay una cuerda que juraría que tenía forma de soga...cosas de la mente. Y arriba hay un avituallamiento.

Pero como tenemos bebida y quedan cinco kilómetros principalmente de bajada, pasamos de largo. Y bajamos. Y bajamos. Y pasan a quedar cuatro y tres. Y hay más y más voluntarios. Somos 222 inscritos y tengo dudas que el ratio sea inferior a 1. Y cada uno de ellos te anima. Y te hacen poner buena cara donde te pondrías a andar gustosamente. Y de tres a dos. Y luego uno. Y luego medio. ¿Y te acuerdas de ese tramo asfaltado del principio?. ¿Ese que bajaste como si no hubiera mañana?...pues ahora súbelo, listo :)

Y lo subimos. Chocamos alguna mano a niños que hay por ahí..."mamá, el de la cara desencajada que parece que le va a dar un patatús me ha chocado la mano"...y nos acercamos a meta. A ese arco tan original al que precede un pasillo humano que te aplaude. Y, claro, no podemos menos que devolverles el aplauso. Y, por fin, nos olvidamos de relojes y de tiempos.

Toca, por fin, tomarse una CocaCola y arrearse unos torreznos. Ole. Al poco viene Vicen. Vale, no paré en el último avituallamiento porque intuía que venía disparado. Y así venía. En el Urbión el mozo no pilló niebla. Ja. Le pilla un radar y le cruje. Inconsciente, ay. Un par de Mundiales de Fútbol después, entró Ernesto. 

Ah, el perfil...visto así, tampoco es para tanto:



Pues el resumen es que solo éramos de la partida 222 corredores (el tope son 350). El precio era normal, la bolsa del corredor más que aceptable, el recorrido es lo más espectacular que he visto en una carrera de montaña: la Laguna Negra es una maravilla natural que merece ser visitada; pero tanto ella como su entorno: inmensos bosques de pino o hayas que hacen que el recuerdo en la retina perdure bastante tiempo.

Pero lo mejor, como tantas y tantas veces, son los voluntarios: son muchísimos, repartidos por todo el recorrido. Pasando frío y penurias en el Zurraquín, en la Laguna Helada (que si le cambian el nombre a la Laguna y La Voluntaria Helada como homenaje tampoco pasaría nada), en la niebla de Urbión...y encima, sacándote una sonrisa, unas palabras de ánimo...cosas que se agradecen mucho. Y es algo que pienso mucho: Nosotros, sin vosotros, no somos nada.

Y como el tendón me ha dejado correr -no me lo esperaba lo más mínimo vistos los antecedentes-, yo cumpliré mi parte del pacto y toca tomarse unas semanas de descanso. Haremos bici y seguiremos comiendo flanes. Ea, es sacrificada esta vida, qué se le va a hacer...

11 comentarios:

  1. Gran crónica, como siempre. A ver si te recuperas pronto de la lesión para poder seguir viéndote en carreras (y leyéndote después).
    V

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    1. Como soriano, medio breto (o covaledense) y uno de esos 222... me ha encantado!!!
      Palabra a palabra haces que los que lo leemos nos sumerjamos de tal manera que vuelves a vivir la carrera.
      Gracias por hablar así de nuestros paisajes y te queda volver a ver las vistas desde Urbión ;)
      Un saludo para el mono de Nogueruelas y para ti crak!!

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    2. V,

      Demasiado pides. O una cosa o la otra. Que esto cansa :p

      David,

      creo que me quedo corto hablando de lo que os rodea. Pero bueno, ya lo contaremos en otra ocasión...que ahí se vuelve fijo :)

      Muchas gracias.

      Un saludo :)

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  2. Me he reído un buen rato aunque no lo diré en voz alta sobre todo con lo de Madrid, el vaciado de tripas, lo del gorila y lo del mundial.
    M

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    1. Pues la intención era que no te rieras lo más mínimo. Seguiré practicando para tan loable misión.

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  3. Como vecina del pueblo de Covaleda, perteneciente al grupo de voluntarios de la carrera he de decirte que me ha encantado tu cronica.
    Muchasss gracias por habernos tranmitido esta alegria y me alegro que la carrera haya sido de buen agrado por todos los sentidos tanto paisajes como recorrido como voluntarios y organizacion.
    Un saludo y a seguir adelante!!!!

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    1. Ana,

      Lo diré una y mil veces...sin vosotros, no hay nada que hacer. Muchas gracias por hacer posible lo fácil, que es correr por esos montes que tenéis.

      Un saludo y enhorabuena por el trabajo. Os salió genial :)

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  4. No es q seas grande, es que eres enorme.

    Me dan ganas de ir a esa carrera ya mismo. He estado en la negra y en la helada, así como en el pico sin niebla (pero con marco) y es una pasada.

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    1. Julio,

      Pues no vayas, que creo que han quitado las cintas. Espérate un añito. Totalmente recomendable...qué voy a decir :)

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