Race Mountain de Petrés. Con la de palabras que tiene el castellano y tenemos que tirar del idioma de los Tam Tam Go para nombrar a la carrerita. Si, total, con que no la llamen Volta al Terme...a mí ya me vale.
Además, para hacerla más llevadera, hubo una modificación del recorrido por temas de caza y es que, por lo visto, los organizadores no querían que algunos llegáramos perdigonados a meta -manías que tienen, ya ves-, con lo que el tramo que discurría al otro lado de la autovía de Teruel se descartaba. El tramo duro, además.
Un montonazo de gente conocida y alguien de quién casi ya me había olvidado...el frío. Y es que la rasquita que hacía -culpa del viento, principalmente- me hacía sentir Walt Disney por momentos. Ufffff. A ver si salimos ya...
...aunque no sé para qué, porque dan la salida y, pese a no haber mucha gente, tardamos unos diecesiete segundos en pasar bajo el arco. Parece claro que ganar, no ganaremos. Y el podio, ni lo oleremos...bueno, igual estoy adelantando acontecimientos.
Y adelantar acontecimientos no es adelantar corredores. Que de ésos ni uno. Tras un primer kilómetro por Petrés acompañado de los pindaritos Ángel y Rafa. Bueno, vale, 800 metros y ahogado. Biennn, valeeee...eran 600. Eso, que decía que tras ese primer tramito busco cobijo a rueda de Isaac, Raquel y Luis. La cuadrilla del Veleta. Nos adentramos en los campos de naranjos.
Kilómetro 2: campo de naranjos. Kilómetro 3: campo de naranjos. Kilómetro 4: campo de naranjos. Kilómetro 5: campo de naranjos. El inglés de Muzzy que me gasto me hace asociar: Race significa carrera y Mountain...naranjos. Y en el kilómetro seis empieza la subida. Bueno, la tierra. Y es un poco ascendente. Y corrible. Y sendereamos entre pinos hasta que llegamos a la parte dura que es...asfalto. Ay Dios. Y, a punto de coronar, viene la paradoja: Race Mountain Petrés, ahí...escrito en el asfalto. Palmadita en la frente y lamento.
Tramito de bajada por senda y cogemos una pista que va por un barranco. Kilómetro 7: pista. Kilómetro 8: pista. Kilómetro 9: autovía -es lo que faltaba-. Kilómetro 10: dejamos la pista y cogemos asfalto. Isaac inmortaliza el momento. Llevamos una hora y añoro las subidas con pendiente que subes andando porque no puedes más. El ritmo naranjero me desespera por momentos. Menudo recorrido...puffffff.
Y del diez hasta el catorce nos encontraremos con los únicos cuatro kilómetros de montaña de verdad. Incluso con un tramo que te quitaba el aire. El de la respiración, que el viento seguía soplando. Pero hechos estos cuatro kilómetros vuelves a Petrés y oyes la megafonía. Y ya te hueles lo que te espera.
Kilómetro 15: naranjos. Kilómetro 16: naranjos. Kilómetro 17: naranjos. Kilómetro 18: naranjos. Y entonces se sube por donde bajamos en el seis. Aquí, el ritmo naranjero ya se ha apropiado de mi ser y subo sin correr, ni posar ni nada. Vamos, supermal.
La sorpresa es, cuando llegas arriba, que en vez de bajar por el asfalto -por donde habíamos subido- nos bajan por una senda!!!. Y te quedas con la cara de...¿por qué no nos han subido por ahí?.
19 kilómetros y 708.000 naranjos después...meta. Y mientras estamos ahí, tirados al sol, Raquel se entera que hace podio. Ole.
El track es éste y el perfilucho, que da un poco de vergüenza para ser una carrera de montaña, éste otro
En fin, dudo mucho que me vuelvan a ver por Petrés...aunque lo mismo dije del maratón y mira.