domingo, 20 de enero de 2013

GR-10Extrem 2013: la de la ciclogénesis ésa...

Lo más difícil de estas carreras -de una distancia ligeramente superior a una voltaapeu- no es el apuntarse o los nervios de los días previos acerca de si se conseguirá o no el reto, no. No. Lo más duro es que el despertador te suena a las cuatro de la mañana y hay que despertarse. Y luego ir a Puzol. Y luego ser consciente, ahora sí, de dónde te has metido: hoy vamos a hacer el GR-10 que es una carrerita que, saliendo de Puzol, atraviesa todas las montañas que hay hasta La Pobleta (Andilla). Sí, puedes mirar en el guguelmaps y darte cuenta que nos llevará un rato.

La salida es a las 6 de la mañana. Antes del control de dorsales unas palabritas con la gente y al lío. De momento, me siento orgulloso: he conseguido que Alfonso evite el look -digamos que agresivo- con el que nos deleitó en la vuelta a la manzana de Chiva. Pues eso, las 6. Salida. Estos primeros metros son una pasada de lucecitas. En efecto, me pasan por la derecha y me pasan por la izquierda. No sé si estas prisas están relacionados con el presumible tapón de Penyes de Guaita o que no voy ni pa'atrás. O las dos cosas.

El único que no me pasa y me da algo de conversación es Isaac. Entramos en el Gr buscando con desesperación un primer tapón o una zona en la que la gente ande. Esto empieza a ser ya una tradición. Mientras seguimos subiendo, la pendiente se acentúa y me advierte de un posible riesgo: si veo una luz blancarojablancaroja me he de apartar...es él que se ha caído de espaldas. Mientras lo asimilo...frenazo.

Penyes de Guaita, tramo de escalada. O, lo que es lo mismo, tapón. Taponaco. Un cuarto de hora se nos va a quedar ahí. Posamos. Click. Nos damos cuenta, eso sí, que va a hacer aire. La muchacha del tiempo decía algo de una ciclogénesis explosiva que, en lenguaje llano, es lluvía, viento y frío. Lo peor no es eso, lo peor es que el tramito éste mínimo de escalada lo hago tan mal que, por un momento, me veo en plan luz blancarojablancaroja...





Una vez coronamos, tramo sendereante en el que me doy cuenta que estoy para correr. Isaac, la compañía es muy grata...pero hago marcha. Le dejaré en buenas manos, con Roberto. Yo, por mi egoísta parte, me encuentro la carrera como me gusta: esto es, con una burrada de kilómetros y gente por delante. De momento, hasta la siguiente subida, son unos quince los superados.

Aquarius en Segart. Y a subir La Canal del Garbí con sus cadenas. Wob, wob. Lo encuentro hasta divertido...más que nada porque, por fin, no me dejo la rodilla en la misma piedra de siempre. ¿Quién habrá puesto ahí ese saliente de roca caliza natural (que ha estado ahí toda su p*t* vida)?. Lo aprovecho. No sangro. Bajo a Serra.

Manoli -impagable labor la suya-, Paco el Xufero -que si hace así de bien las fotos (click) prefiero que no corra xD- e Ibán andan por ahí. Lo de Paco es increíble, le dejo el camel para que lo llene de agua. El camel es pequeñito y lleva chaqueta, malla larga, chubasquero, pantalón de agua...y él es capaz de meterle litro y medio de agua. flipar. Eso sí, luego póntelo a la espalda. Pues eso, salgo de Serra con tres vértebras desviadas.


Nos adentramos en la Serra Calderona. Aquí se produce una variación: el Gr, inicialmente, transcurre por una pista de cinco metros de ancho (por la que pasan coches, 4x4, motos de cross, tanques del ejército si me apuras...) que va desde el Llentiscle hasta Tristán. Pues bien, para recorrer este tramo se ha negado el permiso. Lo que, en cualquier sitio, sería una condena de muerte para la carrera por la ausencia de tramos alternativos aquí es una oportunidad para que Paco Calabuig nos deleite con una de sus sendas: las famosas PSP (Preciosas -o P*t*s- Sendas de Paco).

Así que, con miedo...bueno, no pánico, nos adentramos en ella. Van casi cuatro horas de carrera y el tiempo nos respeta: cielo nublado y temperatura fresca. La senda da la sensación que no está muy concurrida...vamos, que no existía. Pero pronto enlaza con un tramo de pista que zigzagueando, nos llevará hasta el kilómetro 30. Con su subida. Y luego volvemos a otra pista. Y más zigzag. Y seguimos pasando gente. Y se pone a llover. Y me pongo el chubasquero. Y para de llover. Y me muero de calor. Me lo quito. Y seguimos subiendo. Y vuelve a llover. Y aparecemos en Tristán. Y el chubasquero ya no me lo quito. El viento empieza a ser demasiado fresco para mi gusto. Se acabó la PSP. No es para tanto...y más si se compara con el regalito que nos dejó para el final de Chiva. Me inmortalizo. Click.





Y ahora iremos a Gátova por una senda nueva, pero siguiendo el Gr. Por tanto, no se subirá al molino a saco como en la primera edición. Pero, de repente lo ves, y te haces a la idea que si no lo coronas, vas a pasar cerca. Confirmado. Y ahí el viento sí que sopla bien. Felicidades a la moza del tiempo por el acierto. Bueno, bajamos a Gátova y a comer.

Ni en mis mejores sueños -sí, en los otros, en los que no aparece la Schiffer- esperaba llegar antes de la una a Gátova. Platito de arroz blanco y ahí está Paco para que le cuente qué me ha parecido la senda (él, obvio, no la llama PSP). Todo perfecto, le digo. Pero no es perfecto, comiendo, me quito el chubasquero y paso frío. Vamos a estar poquito aquí. No llega al cuarto de hora y al lío otra vez.

Subida de Gátova para asentar la comida y pista. Este tramo es muy corrible y pistero. Así que al trote.  Lo malo es que empiezan a aparecer los primeros restos quemados del incendio del pasado verano que asoló esta parte de la provincia. 

Y las ganas de llorar te saltan cuando, en la bajada hacia el avituallamiento del Montmayor, una senda que estaba limitada por una valla de alambre de espino y por amplios matorrales no es más que suelo negro y árboles carbonizados...muy triste todo.

Toca asimilar que este paisaje nos acompañará y ver que empiezan a salir algunas cositas verdes entre tanta desolación. ¿Igual por eso es el color de la esperanza?. Bueno, pues a seguir. Una vez en este avituallamiento, se puede dividir lo que queda en tres pequeñas carreras que no superan los doce kilómetros. Así que...a por la primera.

A buscar Sacañet. Saliendo de Montmayor una CXM me avisa...cuidadounarama. Cierto, hay que andar con ojo porque las ramas de los árboles se confunden con el suelo y más de un quiebro hay que hacer antes de quedarse enganchado en una. Ya está cerca Sacañet. Aquí siempre hacía viento. Y no lo hace. Menuda birria de ciclogénesis explosiva. Se pone a llover. Fuerte. Me ahogo. Cambio de opinión. Otro acierto para la del tiempo. 

En estos tres kilómetros hasta Sacañet me he mojado más que en las duchas de los últimos veinte años. Un acierto el avituallamiento en lugar cerrado. Y con lávabos. Por algún momento pensé en salir de allí de corto -antes del chaparrón, claro-. Ahora, tocará cargarse todo lo del camel sabiendo que los guantes están mojados y los calcetines también para afrontar el ascenso a La Bellida con alguna mínima  garantía de éxito. Y el hecho que cruzar los dedos sea mi único plan no me inspira mucha confianza.

Y más cuando salgo de allí y rompo a temblar. La solución que veo es meter las manitas dentro de la manga del chubasquero. Y a subir. Empieza a anochecer. La subida a la Bellida es tendida. Y el viento es frío. Y en meta dirán que la sensación térmica era de -1º. Y le veo sentido, sí. Bajada a Canales. Van 13 horas. No pararé mucho en el avituallamiento. El que sí lo hará será el GPS. 

Ahora toca buscar Andilla. Pronto me doy cuenta que muchas luces no tengo. El frontal se va quedando sin energía y mi faro de coche se convierte en llamarada de mechero. Llueve, hace frío...por tanto la decisión más racional es no cambiar las pilas y sacar una luz de chichinabo del decatlón. Y es más racional cuando, saltando un río, veo que esa zona está seca y...chofff. Hay agua. Ahora sí que no la cambio. Ya me he mojado. Y lo que faltaba para tener un final de Gr ajetreadillo...dos luces por detrás. Y una se acerca. Mucho. Se acerca mucho. ¿Igual me trae pilas?.

Sufre, sufre. Con mi luz que no hace sombras y la otra -que creo que también es de posición- decido vender caro el que me adelante. Y me pongo a trotar por sendas por las que veo...¿qué leches veo?. Bueno, da igual, no me estrello con nada y eso me alegra. Conformista que es uno. En la llegada a Andilla, con su repecho del infierno, la luz está más cerca. Lo único que pienso es en girarme y mirarle fijamente a los ojos con el frontal. No notaría nada, lo descarto. Hay que ser deportivos. ¿Tirarle una piedra?. No, no. Subo a Andilla y luego ya se verá.

Subo joío...pero la luz que me sigue creo que le duele más todo. Así que aprieto los dientes, atravieso Andilla corriendo y enfilo dirección a la Pobleta. A meta oeoe. Sin rastro de la luz que me sigue. Pero no me mola asfixiarme en el k92 de una carrera. Y menos si aún queda una subida. Se sube, se baja y ahí está, 14horas y 37 minutos después...la meta!!!

Manoli -esta chica está en todos sitios- me da un par de besazos y un parche de finisher. Ay, estoy muy cansado. Y mojado. Pero como hay farolas ya veo.



Y de la carrera...¿qué voy a decir?. Pues que hay que hacerla -por eso te di tanto la lata, Alfonso (por cierto, mejórate :)), que sí, que son muchos kilómetros y tal, pero subiendo con tranquilidad y trotando en las bajadas y algún llano se hace sin problemas. Es, sencillamente, un reto apasionante. Cada quince kilómetros tienes un avituallamiento...con lo cual, más que un ultrafondo estás haciendo seis carreras pequeñas. Eso sí, que sepas que te va a llevar varias horas...tranquilidad, a disfrutar :).

Por mi parte, bastante satisfecho con la carrera. Aunque creo que si quiero bajar tiempos -como mucho a trece horas ehhhh-...hay que correr más al principio para evitar el taponaco que se monta. Pero son las 6 de la mañana y no me apetece. Hace sueño. En fin, ya veremos.

Este es el perfil desde Puzol hasta Canales...