domingo, 25 de septiembre de 2016

Volta a Peu a Bellús: la de 39

Y allá por mayo, ya acabamos de modo poco potable -novedad- la carrerita de San Antonio de Requena así que, en un alarde de inteligencia, prudencia y demás virtudes relacionadas, nos apuntamos la semana siguiente a Teresa de Cofrentes (uno de esos pueblos que parecen sacados de los programas que los oyentes piden una cancioncita para dedicar). Y allí, la cosa no fue muy bien, el modo poco potable se convirtió en dolor y ese dolor implicó un descanso ligeramente largo. Vamos, que toda la fama por el hecho de quedar de los quince primeros -complicado cuando solo corren cincuenta, la verdad- quedó en un segundo plano.

Y, mientras tanto, hicimos una donación al ultra de Jaca. Y dieron una camiseta hecha en Paterna. Globalización le llaman. Y eso, lentamente planeamos el regreso. Un fisio, otro fisio, un médico, que si corrientes, que si masaje, que si riesgo de infiltración, que si ondas de choque...y entre pitos y flautas, pasó el verano, posé todo buenorro en Beixalís...



Y, como decía, empezamos a trotar tímidamente por el río, con dolor, y por el monte, con no tanto. Y hace dos semanas cayeron diez kilometrines. Asombroso porque el Garmin me felicitó y todo "nuevo récord" decía...entre eso y los mensajes de correc*ño no sé si fue una compra acertada, la verdad. Y, eso, la semana pasada cayeron trece. Y la molestia parecía controlada. Y el martes dimos otra vuelta de tuerca...cuatro por el río. Y otros cuatro el miércoles. Y el jueves, tiramos todo por el balcón...cinco cayeron. Los del Sporting creo que no se ríen.

Así que con ese sobreentrenamiento, o rozándolo, tuvimos a bien apuntarnos al Special One Trail de Bellús. No entiendo el de...pon un of y así luego podemos ir a quejarnos que es que se está perdiendo la influencia de las lenguas oficiales...En fin, que le llamen como quieran. Para allá que fuimos.

Y, como hacen los cánones, o los descerebrados...a las doce y media estábamos por el Carmen. Le echamos conocimiento y cerramos pronto. Más que nada para evitar que coincidiera la hora de llegada con la que debía sonar el despertador. No, que va, eso era el siglo pasado. Sonaba el p*to móvil. Menos para llamar...para lo que sea. A las 4:40 sonó.

No es necesario hacer esa reflexión tan manida de ...pagas, madrugas, te vas a tomar por saco, te cansas y vuelves...¿voluntariamente?. A todo que sí. Total, unos minutos pasadas las cinco, nos íbamos a buscar este pueblecito de La Costera (The Costera) que estaba pasado Xativa. Y este matiz hay que indicarlo porque llegar a Xativa es fácil. Buscar la N-420 también. Pero cuando a ésta le cambian el nombre y pasa a ser una CV...total, que cogemos el móvil para llam...digo, para poner el gps. 

A una carretera de montaña nos guió. Oscuridad, curvas, quitamiedos de hormigón, arcén inexistente...ha llegado a su destino. El mierdas ha dicho ha llegado a su destino y estamos a mitad de la nada más oscura que existe, con su quitamiedo que no lo moverás a pulso, ya te digo. Kilómetro y pico más abajo llegaríamos a Bellús. Pequeña población a la que daremos dos vueltas antes de encontrar la zona de salida/meta. En la carrera, posteriormente, no daremos ni una.

Así que a las seis estábamos allí. Menudo tocho se avecina, lo sé. Coincidí con Óscar, un chaval bastante majo de Alzira que no sé si merece la bronca que le esperará a llegar a casa pero, bueno, lo dejaremos en que era buen chaval. Cogimos la bolsa. Su camiseta, su agua, su revistita y su caldo Aneto con el que pensaba alimentar a los cuatro sobrinos pero que...una vez visto, creo que igual me los llevo al McDonalds y santas pascuas.



Como detalle anecdótico, la alcaldesa de Bellús estaba ahí, la primera, dando dorsales. Y es curioso, es que la imagen que tengo de alcaldesas es...diametralmente opuesta. 

A las siete la alcaldesa había dado ya todos los dorsales y ahora dio la salida. Porque iba de calle...si no, se pone a correr la tía sobrada. Pues eso, que salimos a las siete. Como Bellús tiene farolas, pues se veía. Cuando dejó de tenerlas. No se veía. Usamos el frontal. Tampoco mucho, unos veinte minutos por asfalto y pista principalmente. Te quedas pensando si no merecerá la pena retrasar la salida media hora para no cargar con ese peso adicional -que no es que nos vaya a desviar la columna o machacar vértebras- y hacerla toda diurna. The Special Trail Of Bellus looking all time. La leche, vamos.

Y, como decíamos, la primera parte era pistera/asfaltera en casi su totalidad. Y si desaparecía la pista, daba lugar a un barranco lleno de pedrolos que ya nos indicaban que los tendones no se lo iban a pasar del todo bien. Y más cuando esos primeros ocho/nueve kilómetros fueron totalmente corribles. Por fin llegó el décimo kilómetro y aparecieron las primeras cuestas. Y, si llegamos a saber que eran tantas, casi que mejor habernos quedado dando vueltas al barranco que tampoco se estaba tan mal, oye. Que ahí estaba el primer avituallamiento...en el que ni paramos.

Y, bueno, que la primera subida era corrible -o no pareció tan dura-, así que la hicimos andando. Y llegamos arriba bastante enteros. Y había una cruz. Y otro avituallamiento. Y los chavales que allí estaban, estaban mejor. Sofá y cazalla tenían. Supera. Así que bajamos por pista, luego senda. De momento los tendones daban tregua. Ya nos hemos ventilado la primera subida. El kilómetro trece cae en hora y media. Tenemos el primer tercio. El único de ayer fue sin alcohol. Mejor ni comentarlo.

Y la entrada en el segundo tercio fue descendente. Pero enseguida volvió a ser ascendente. Y esa subida también era corredora. Luego la hicimos andando. Primero zona de senda y luego pista. Llegamos arriba bastante bien en base a como nos presentábamos en la salida, obvio. El tramo de pista, sin embargo, tiene mucha piedra (no estoy pidiendo una carrera de montaña subiendo al Oronet, eh) y los tendones...bueno, lo disfrutan. 

A estas alturas de la carrera ya empezamos a darnos cuenta de una cosa. En el perfil que nos han puesto en el dorsal...de momento los avituallamientos ya no cuadran. Más grave será cuando, llegando al mismo, me dé simplemente por llenar los bidones y no beber nada allí. Y justo empezar la tercera subida. Y esta, a diferencia de las anteriores, no era corrible, así que hazte una idea -si has llegado hasta aquí- de cómo la subimos. Se puede explicar ese kilómetro en un cuarto de hora porque se subían 170 metros...vale, no cuela. Se coronó.  Bueno, no, que todavía quedaba un cresteo. Se cresteó y, ahora sí, se bajó. Y aquí se suponía que estaba el siguiente avituallamiento. Pues va a ser que no. Subiremos por una senda en paralelo a la carretera por la que llegamos cinco hora antes y ahí sí, un kilómetro después, un kilómetro reventado después, apareció el avituallamiento. No recuerdo si dejamos algo para los que venían luego.

Y se siguió subiendo. Y después se bajó. Y aquí ya la bajada empezó a ser infernal por el tema tendinoso. Encima, tenía su miga. Por aquí pasaron los tres primeros de la carrera de 27. Y tal como pasaron, se fueron. Y se queda uno pensando que con 27 igual la cosa habría estado bien. Habríamos penado menos tiempo. Habríamos salido más tarde. Habríamos estado menos tiempo por ese terreno en el que las piedras salen de la tierra actuando como cuchillos sobre los piececitos de quien lo narra, así, con una lágrima cayendo de paso.

A estas alturas, los problemas de la ubicación de los avituallamientos pasaba a un segundo lugar. Ahora lo que no cuadraba, directamente, era el perfil. Encontrarte un cartel de kilómetro 30 a 160 metros sobre el nivel del mar cuando el perfil indicaba más cerca de los cuatrocientos...pues ayuda, en el momento que nos encontramos, camino de la quinta hora a preguntarte qué mierd*s pasa aquí. Por un momento, no sabes si queda una subida, si está será dura, si no lo será...porque, además, nos acercamos al desnivel acumulado que se indicaba -1500-. Las dudas se disipan pronto, queda una subida. Y ahí se ve. Hay que ir ahí. Y ahí, es ahí...arriba. La única senda que se ve el final...la última. Por cierto, a las doce el último domingo de septiembre, hace calor en Bellús. Y ahí, más. Se sube, no sé cómo...pero se sube. Otro avituallamiento. 

Según el perfil, tras ese avituallamiento se sube nada y se baja. Dos kilómetros más tarde, ya ando en modo mec*goentodoloquesemenea. Los tendones no van, molestan, las subidas se perpetúan, las bajadas son inexistentes y, cuando las hay, pues volvemos al tema de la metáfora. Cansado, dolorido y desencantado con el perfil. ¿Qué más puede pasar?

Pues puede pasar que la senda salga a una vía de tren. Que el recorrido vaya unos metros por las traviesas del tren. Ríete del paso a nivel de la París Roubaix...c*ño, que aquí vamos por las mismas vías. El desnivel ya anda por los +1600 o +1700...y llega el momento nometoqueslohuevos...me estás diciendo que vamos por las vías del tren en dirección a un túnel -para darle un toque más...- la senda sale a la izquierda y tenemos que coger una senda a la derecha que va a salvar el túnel (por arriba) para coger la senda de la izquierda.

Pues eso que lo haga quién quiera, yo me voy para la izquierda. Otra bajada y ahí me castiga el karma. Ahora resulta que hay un río que hay que salvar por un paso de, unos cuatro metros de longitud -tres zancadas- y medio metro de ancho. Sin nada para agarrarse. Me viene a la mente el tablón de Botamarges, que tampoco lo hice.

Pasa, han pasado todos, dicen.

Mecagonlaeche, pero no os dais cuenta que hay gente que pasar por ahí se puede cagar. Me dices que existe eso y no me apunto. Lo siento, no me fío de mi equilibrio, de mi torpeza...llámalo como quieras y que no, que por ahí no paso. Ale, a buscar alternativa. Vuelvo sobre mis pasos, aparece una senda a la izquierda...atravieso milquinientos cañales de ésos y salgo al río. J*der, aquí es más ancho. Otra vez a volver. Y me tiro para arriba, a subir a donde estaban las vías. Ahí había unos de Protección Civil...que me cuenten por donde han ido.

Me recomiendan seguir las vías, pasar el túnel. Si no fuera porque lo he escrito, me veo saliendo en la crónica de sucesos. Paso el túnel. Ahí sí corro, mira tú por dónde. Por tema de física, si dos cuerpos van en direcciones opuestas a diferente velocidad, los dos se hacen daño. Pues eso, que el tren no me haga migas a mí solo :). Volvamos, decían de coger una senda a la izquierda. Como no me dan distancia salgo en la primera. Bajadita y veo que coge dirección hacia la izquierda bastante peligrosa...j*der, j^der, j*der...al mismo p*to paso. Ahí ya me bajo al río, tampoco cubre tanto...la única pega es que irás con las zapatillas mojadas. Los voluntarios me dicen que ellos son solo voluntarios (un díez por ellos, faltaría más) y yo les expongo la queja...que no es tan complicado, hay dos pilares a ambos extremos...que se ponga una cuerda, una cadena o algo.

Sigo siendo el mismo cagao que casi se queda enganchado a una piedra en el Paso de Claveles, que se le va a hacer...

De aquí a meta, a un par de kilómetros sigo maldiciendo todo. El tren, el perfil que no se ajusta, la m*erda del paso ése, el +1500 que no existe, un perfil en el dorsal del que no te fías,  todo eso aliñado con un par de tendones a juego. Así que la entrada de meta no es que esté en el anuario de entradas emotivas, la verdad.



Bueno, dando esta vuelta sí que salieron los 39 kilometrines.

A ver...ahora analizo: nada, que no me esperen más. Los voluntarios de diez, tanto en los avituallamientos como en meta; el recorrido con mucha vegetación pero muy diferente...un primer cuarto muy corredor, una parte intermedia selectiva y un final de fiesta duro por el terreno, la temperatura y el cansancio; el precio...normal.

Pero como me hago mayor, pues me hago más carca y eso...no compensa levantarse a las 4:30.

Por cierto, si le das la vuelta a esto, gano.


Y si no se la das, pues no. 


1 comentario:

  1. Tendrás que descansar unos mesecitos más, parece. La crónica muy buena.

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