Este blog empieza a ser ya bastante rutinario. En lo de monotemático mejor no opino. Y si no, vamos a ver si se siguen las pautas de un tiempo a esta parte. A saber:
- Héroe humilde se inscribe a carrera.
- Héroe humilde se presenta en carrera sin entrenar, después de un ligero madrugón y, a poder ser, con dolores.
- Héroe humilde se hace el selfie de salida con sus Duris y sale escopeteado en la primera rampa. Pese a esto, que siempre se produce involuntariamente porque para eso es humilde, sus compis le siguen hablando. Aunque critiquen la selecta música que escuche.
- Héroe humilde acaba la carrera con más dolores pero bastante dignamente porque como no entrena y madruga, pues eso.
Hasta aquí el guión que, más o menos, se viene repitiendo en los últimos fregaos en los que se mete nuestro modesto personaje en cuestión.
Pues eso, al lío. Hoy es 28 de marzo. Hace nueve días que se quemaron las fallas. Veintitantos de la campaña ésa de promoción de la cazalla desde las Torres de Serrano. Cuatro desde que dejó de llover a mares. Cinco desde que me compré los manguitos de nadar. Era, por tanto, obvio que saliera el sol.
Es que si digo que hoy es el trail de Nogueruelas quedaba así, como soso, no sé. Pero eso, que hoy es el trail de Nogueruelas, pequeña localidad a unos pocos kilómetros de Rubielos de Mora y a unos cientoypico de mi cama. Por lo que toca despertarse a las tres. Ahí es nada. Me desayuno un tazón de vaselina y me pongo la leche en los pies para evitar las rozaduras.
Y no solo eso, si no que te levantas a las tres después de llegar ligeramente sobreentrenado, porque hacer seis kilómetros el miércoles por el río -por cierto, felicidades a los que decidieron poner el carril bici por la zona de césped, me deja sin palabras…bonitas que decir, claro- y otros cuatro el jueves es para llegar atufado a la salida. Y más si el jueves, además, le añadimos que el sóleo izquierdo se volvió a comportar como el p*tosóleo. En efecto, otra vez molestias…a ver si no fue buena idea lo de las botas de seguridad trece horas al día durante tres semanas, vamos, digo yo. Buscar algún tipo de relación entre eso y los continuos problemas musculares que arrastro desde entonces es muy enrevesado. Jose, te haces viejo. Y encantador :) . Pero sobretodo viejo.
Levantarse a las tres de la mañana para meterte hora y media de coche es una sensación…inenarrable. Así que, alehop, ya estamos en Nogeruelas. Son las cinco. Hace sueño y no se rima porque hace sueño y ya. Lo que se empieza a notar es que frío no hará, pero viento…todo el que quieras.
Una vez vestido para la ocasión, acudo al encuentro de mis Duris -sin rancio, que hoy descansa- que, preocupados por mi p*tosóleo, me explican cómo subir para que sufra menos de gemelos. La teoría parece fácil…como hacerse un selfie a pocos minutos de la salida. Alehop, click.
Y, puntuales, se dio la salida. 6.00. Pum. 70 kilómetros por delante y los primeros salen disparados. Eso, oye, nunca lo entenderé. Así que nosotros salimos tranquilos detrás. Viendo las antorchas, y percatándonos que el pueblo llano llano no es y oyendo, de refilón, que a C no le va la luz.
Y eso fue casi cruzando la carretera…y ahí dejé de oírles. Se volvió a liar. Me volví a liar. En el k1 me dio por correr. De momento, cero problemas físicos. Así que se trota bajando y se trota, lo que se puede, subiendo. Se confirma lo del aire. Éste molesta más que el desnivel.
Y en la bajada, pues ni te cuento. Aunque, a mitad de la bajada va a pasar algo que no estaba contemplado y es que, la derecha, la pierna buena, con la que centro y tiro los penaltis ajustados a la grada, se cargara el p*tosóleo en apenas cien metros. Y la cara, bajando, era de….esto no me puede estar pasando.
Pues sí, estaba pasando. K4 y el p*tosóleo izquierdo que dio problemas el jueves no se quejaba y, en cambio, el chachisóleo derecho se convertía en la peor pesadilla. La subida por pista se hizo andando disfrutando del vendaval y de mi recién añadido acompañante. La siguiente bajada, se hizo igual. El siguiente ascenso, lo mismo y, cuando por fin nos pudimos poner a trotar a eso del k6 notaba que cada zancada derecha era un dolor que no me merecía. Y así una vez...y otra…y otra…y faltaban 64 kilómetros. Que son, por lo menos, 64 pasos.
Y paré a estirar. Y estiraba y ahí no notaba nada. Y las vistas de Javalambre, enfrente, eran espectaculares. Y me pregunté…¿merecía la pena seguir diez horas así?
Y por primera vez me dije a mí mismo que no.
La vuelta me sirvió para ver que el Diablo iba sobradísimo, que C frena a S, poner cara a Zancadas y, sobretodo, que dais mucha envidia haciendo lo que os gusta :)
Éste es el cross que me salió...
…y toca ver si Nogueruelas, a la tercera, es la vencida.
Si no pudo ser...será algún día...
ResponderEliminarGran crónica. Me ha gustado mucho la rima, jejeje.
ResponderEliminarLa III la acabarás, seguro y yo te acompañaré hasta donde pueda.
Adiós.
pprolas,
ResponderEliminarpor supuesto, de eso no ha de caber ninguna duda :)
Ernesto,
pues hasta meta lo veo bien :)
gracias…y perdón por el retraso