domingo, 17 de marzo de 2019

Hoy hacemos el ridículo en...Daroca!!

Valencia, tercera semana de marzo: fiesta grande, fallas, pasacalles, petardos, buñuelos, petardos, bombas, alguna que otra calle cortada, más petardos, más bombas. "Google, búscame algo". No, tapones para los oídos no. Y protectores de estómago tampoco. Algo para cansarse y no oír absolutamente nada, desconectar, vamos.

Daroca, situada a 270 kilómetros. Parece que no llegará la onda expansiva de los petardos...aunque tengo mis dudas que los que tiraban el miércoles -día del largo, 4 kilómetros- en el río no fueran captados por algún sismógrafo como algo más serio...En fin, eso, decíamos que apareció Daroca como opción. Situada al sur de Zaragoza, el olor a fritanga parecía descartado y el del orín en la puerta de la Lonja creo que solo llega hasta la huerta...así que era un valor seguro. Nos vamos pues al Trail Murallas de Daroca.

Tres distancias para elegir: 13, 21 y el maratón...de 49 kilómetros. Miedo me da el día que organicen un ultra...que igual lo hacen de 200 y se quedan tan tranquilos. Haremos noche allí. Un acierto. Acierto porque, tras recoger el dorsal, daremos una vueltecilla por un lugar del que, murallas aparte, tiene sus cosillas de ver como, por ejemplo, iglesias románicas y un camino que lleva directo a Nueva Zelanda sin dar toda la vuelta.



Al día siguiente, el despertador sonó a las...no, no sonó, estábamos despiertos antes. A quien le diga que, un domingo, estábamos en pie a las 6:30 sin despertador...en fin, mira, mejor no lo contamos por ahí y evitamos juicios que no conducen a nada bueno. Como era pronto, pareció un buen momento para indagar acerca de dónde era la salida -que nunca está de más- así que, tras dejar trastos en el coche nos fuimos a la Plaza de España, bueno, más concretamente, al rincón de la Plaza donde daba el sol. Seis graditos marcaba. Zaragoza, invierno, 8 de la mañana...pues a ver si va a ser lo normal.

"Para que haya primeros, tiene que haber últimos". ¿Mande?. Ah, sí, simplemente que la carrera muy concurrida no está. Apenas 39 inscritos. Por un parte es bueno: si acabamos, nos plantamos de los 40 primeros y Mikel no me echa. Por otra, es malo: si te despistas, eres el último y no escribes la crónica. Espera...eso tendría que ser bueno!!!

A nadie le sorprenderá, por otra parte, que si hay poca gente en la salida, en la foto, salga con el cabolo mirando al suelo...concentración le llaman. Ja.



Se dio la salida puntual a las 8.30. Sin petardo ni traca (oeoeo, lloro). Primeros metros urbanos con la gracia del caso histórico de Daroca, esto es, nada de asfalto. Sobretodo tramos adoquinados. La carrera tiene 1600 positivos (parece poco para 49 kilómetros, la verdad) pero, tras este primer kilómetro a alguno empiezan a parecerle demasiados. Como no es novedad, en este tramo inicial, no pasáremos a nadie y muy pronto aplicaremos esa regla de "no correr en el 1 lo que andarás en el 21"(...y todos los demás, je). Ah...y me duele todo.

Los primeros kilómetros son muy corredores, lo cual a mis tendones les viene de lujo. A cada zancada, recibimos un mensaje de alegría. Pasamos la primera subidilla, el primer avituallamiento y enfilamos el kilómetro 9 por debajo de la hora.

[Inciso,

Club de Montaña Daroca, antes del primer avituallamiento, me saca tal que así.


En el avituallamiento reconozco que estaba más quieto.

Fin inciso]

Y después del nueve, viene el diez. Que está pegado en un pino en el principio de la primera subida seria, con pendiente. Aparece el primer kilómetro por encima de 10' y empieza a soplar el viento. Llegamos al punto en el que nos separamos de los de la media. Por cierto, salían 30 minutos después y no nos han cogido. Por poco no, por muy poco. En cuanto empezamos a subir el repechaco los que hacemos la larga, se oye que a unos les mandan hacia la derecha. 

Repecho y bajada hacia Manchones. Avituallamiento. Misteriosamente este es más largo que el primero. La subida posterior empieza a ser seria también...el primer tramo tiene cierto aire a las subidas terroríficas de Nogueruelas y el segundo es un cortafuegos recto que tira para allí arriba. Confirmado, qué envidia dan los de la media.

La gracia, eso sí, de toda la carrera es que el punto más bajo está sobre los 740 metros sobre el nivel del mar y el más alto no llega a los mil. ¿Qué quiere decir esto? Pues que las subidas no pueden tener más de 250 positivos. Salvo que seas de la Logse, que entonces te puede dar la medida que quieras. ¿Qué más quiere decir? Pues que no haremos el ridículo en un ascenso más de media hora porque no da tiempo, básicamente. Aunque si nos empeñamos, nada se descarta.

Del avituallamiento del kilómetro 20, siguiendo la progresión, es normal que no me quisiera ir. Pero es que las molestias en los tramos pisteros son una auténtica j*dienda. Además, para añadir más gracia, toca parar a quitarse una espina. A tomar una cerveza mira, a eso no pararé. Asco de vida, tete.

Con más pena que gloria fueron pasando los kilómetros (exactamente todos), intentando dejarnos caer en las bajadas y subiendo lo más dignamente que podemos los repechos. Obviamente, la posibilidad del abandono está ahí...pero es que luego te sientes mal y piensas que, total, para 25 kilómetros que quedaban. 

Como tampoco hice mucho por dar pena a los voluntarios que controlaban el desvío de los de la de 49 y los de la media, pues eso, seguimos por el camino largo que también llevaba a Daroca, de hecho, en el kilómetro 28 está el cuarto avituallamiento. Llevamos casi media hora de ventaja sobre el tiempo de corte. 

Pasamos por debajo de la carretera a buscar la segunda parte de la carrera. Primero por un tramo de pista. Uffff, insoportable. Correr seguido es un suplicio. No sé si es pena exactamente lo que doy pero es curioso que pasamos ante un chalet o fábrica (tampoco es que me fijara mucho) y el perro ni me ladró.

Pero es que, tras salir de la pista, lo siguiente era atravesar un polígono -reconozco que es la primera vez que atravieso uno en una carrera de montaña-. Más llano. Más preguntas de los voluntarios "¿Estás bien?"...obviamente, no les conté lo del perro. 

Tras este tramo llano, llegó por fin la subida. Con mi tramo de vertiguito incluido. Una especie de presa de esas que hay en los barrancos para controlar el agua (lo digo así, como si fuera un experto en la materia y luego a lo mejor es para que no se reproduzca el ciempiés), que tendría unos tres metros de ancho, vamos, que cabe perfectamente un camión...pues el nene por el medio, con cuidado de evitar que salten los sensores de movimiento, parece, todo despacito, bajando el centro de gravedad en fin...lo peor no es eso, lo peor es que si no lo hubiera cruzado, habría salido al mismo sitio, ays. 

En fin, seguimos subiendo y aquí de referencia tenemos al de delante. Lo único que él sí puede correr. Tras coronar este primer ascenso del segundo bucle nos damos cuenta de una cosa: Daroca está a tomar por saco. Ufff. Y, oye, lo peor, por aquí ni rastro de muralla ni nada.



Tras el ascenso, vino otro tramo de corretear. Alternamos, obvio, con andar en una relación calculada bajo varios factores a considerar como son la presión, la velocidad del viento y la cantidad de sudoración. En efecto, troto y, cuando no puedo, ando. 

Un voluntario le gana la apuesta a su compañero de control. "Me juego mil pavos a que les digo que ahora hay una bajada y luego el avituallamiento y se lo creen". Pues eso, que ganó la apuesta...porque la bajada era bajada porque se bajaba pero había que estar más pendientes de las señales que del sendero -inexistente a veces-...de ahí que hasta dos veces aterrizara en este tramo. Torpe. 

Una vez abajo, cogemos una pista de la que se ve la Z que hace en la montaña y confías en que arriba esté el avituallamiento. En plena paja mental, las marcas nos desvían a la izquierda. Merdé, subiremos al mismo punto pero por aquí...o sea, más pendiente. Y ahora sí, llegamos al avituallamiento.

Me preguntan que qué quiero y les pido la silla. Mal. Llevaban furgoneta. Debí pedir la llave. En fin, agradable conversación y seguimos. A nuestros pies aparece la cárcel de Daroca. Viendo la que llevamos encima ...y lo que nos queda, hay momentos que llego a envidiar a los presos. 

Y llegamos a Nombrevilla por la entrada más fea que existe, la verdad, menos mal que enseguida salimos a una de las calles. Vamos camino del 39 y ya hemos pasado las cinco horas. La siguiente subida es por pista, así que la solventamos medio dignamente...a continuación, una bajada por sendero muy visual pues se ve los diferentes puntos por los que se va. También, si te va lo heavy, se ve, a la derecha una pista que sube de un modo que te quita el hipo. También se ve, además, puntitos andando por ahí. La cagamos, pues.

De todos modos, al ser pistera, la subida no es tan dolorosa como otras. Obviamente, nos olvidamos de correr y simplemente nos centramos en caminar y caminar hasta que esto se acabe. Y se acaba. Y hay avituallamiento. Recargamos y bajamos.

[Inciso

Club de Montaña de Daroca me saca de la mejor forma posible, teniendo en cuenta que la carrera la empecé afeitado y con el pelo rapado al dos...


Gracias por las fotos...seguimos.

Fin inciso]

La vista me juega malas pasadas. Y es que el perfil indica un repecho tras este descenso. Así que, bajando, me da por levantar la mirada y ahí se ve por dónde se va. Es que, en el primer metro se me va a escapar hasta un "c*br%nes"...por cierto, ahí delante se ve a un par. Una pena que esté en el estado que presento y no pueda darles caza...

Porque a quien le digas que te cuesta hacer 200 metros seguidos trotando y, desde que ves a estos dos, te pones a correr como si no hubiera mañana...pues oye, no se lo cree. Tramo de pista, tramo de bajada técnico, túnel largo (igual tendría 400/500 metros y con ojo de no darnos con la cabeza en el techo...además de la rasca que hacía ahí), tramo de barranco siguiente...todo trotando. Si hasta en el último avituallamiento seguimos de largo!!. Picao. 

Avituallamiento que coincidía con el del 28, así que la bajada que se hizo en ese momento, aquí la hicimos en sentido opuesto. Y pendiente opuesta. En fin, da igual. Escalones. Gente animando. Murallas. Senda. Escalones. Daroca. Adoquín. Giro a la izquierda y meta. En algo menos de 6h30'.

Muerto no, lo siguiente. Y eso que solo eran 1600 positivos en 49 kilómetros


Y bueno, sensaciones penosas propias aparte, reconocer que la carrera está bastante apañada: salida y meta en el mismo centro, bien marcada aunque algunas cintas no se veían con claridad, avituallamientos más que correctos, labor impagable de los voluntarios (incluso del de "bajada y avituallamiento") y carrera dura para lo que son +1600 positivos en esta distancia (y más viniendo de Algimia, donde eran 1500 en 25 kilómetros)...en fin, que retirado estoy mejor :)

Pero eso, que me lo he pasado muy bien...aunque también me he cansado mucho, ay.

domingo, 10 de marzo de 2019

Hoy hacemos el ridículo en...Algimia de Almonacid

Tan convencido estábamos de correr en Xàtiva...que acabamos en Algimia de Almonacid. Igual de convencidos de que pasaba el Madrid, fíjate...Así que nadie se extrañe cuando, tras hacer noche en Altura -como los ciclistas en el Teide-, pensamos al llegar a Algimia que habíamos aparcado bien.

Y sí, bien aparcado estaba, el coche en su placita, sin salirse de la pintura...pero a tomar por saco de la salida. "Los dorsales son en la otra punta del pueblo". Y, en efecto, eran en la otra punta. En la otra p*ta punta, matizando. Tres husos horarios después, teníamos el dorsal. Intercambiamos palabritas con el Belmin

Volvemos al coche. Nos cruzamos con Bravo. Tiempos de CC.PP. 

- "Estás más gordo"

-  "Llego tarde al coche, adiós. Y los dorsales son en la otra punta. No llegas". Así, sin tensiones innecesarias...

"Istís  mís girdi, istís mis girdi"...Hacemos un poquito de magia entre los arbustos...y tatatachán, pesamos 200 gramos menos. Y poco más, nos ponemos el dorsal y a la salida...que está, como decirlo, no muy cerca.

Tras pasar bajo los efectos de cuatro anticiclones y dos borrascas por fin estamos en la salida nuevamente. Por cierto, no lo hemos dicho, estamos en el Jabalí Trail, una carrera de 25 kilómetros que cumple su segunda edición. Por delante hay que salvar unos 1500 metros de desnivel...chupao. Esta semana hemos hecho cinco kilómetros en el río. Y el bocadillo de panceta, longaniza y ajoaceite del sábado también es un bálsamo recuperador con propiedades que no se pueden contar...vamos más que listos.

Así que no nos amedrentamos y a las 8.00 estamos en la línea de salida junto a cerca de 200 corredores. El inicio será por el pueblo. Pum. Salida. Esta calle me suena. Esta calle me sigue sonando. Este giro a la izquierda me suena. Ese coche es bien bonito. No valoro si lo lavara...520 metros. Juraría que en el Maratón de Valencia siempre he aparcado más cerca. Abandonamos asfalto.

Como no hemos encontrado fotos de la salida, ponemos una recreación


Kilómetro 2. Pista. Todos corren. M*erda. Kilómetro 3. Pista. Todos corren. M*erda. Tapón de entrada a senda. Muy breve. Se anda un poco. Se vuelve a correr. M*erda. Kilómetro 4.  Senda. Todos andan. Miras hacia arriba. C*ño, no se ve ni el sol. Parece que queda...pero se ve a la gente zigzagueando. Es bonito. Y j*dido. Por ahí hay que ir. M*erda otra vez.

[Inicio inciso

Evasion Running nos saca de esta guisa al poco de entrar en la senda


Fin inciso]

Kilómetro 5. La senda se acaba. Viva. Volvemos a la pista. Ascendente. Complicado correr. Tiene pendiente. Mucha. M*erda. En algún tramo trotaremos..los talones molestan pero vamos, soportable. Kilómetro 6. Más pista ascendente con menos pendiente. Trotamos. Coronamos. Avituallamiento. Solo agua...seguimos. Bajamos. Viva. 

Pero tampoco es que bajemos mucho. ¿Cómo que no?...c*ño, porque estaba ahí y me acuerdo...y es que enseguida empezamos a subir una senda empinada. Estamos ya a unos 800 metros y las vistas empiezan a ser más que interesantes. Este repecho parece que no se acaba...y cuando lo hace, por fin, da paso a un tramo de cresteo de los que todos queremos, esto es, primero cuesta abajo y luego de subida...nada de rompepiernas. Bueno, realmente queremos que sea todo de bajada, pero eso, éste también lo firmamos. Por ahí, además, aparecerá un tramo de cadena que alguien tan antitécnico como yo lo solventará sin mayores complicaciones que un tapón con el doble de gente...ea, qué le vamos a hacer. Vamos camino del nueve y ya hemos pasado de la hora.

[Inciso

Alejandro Lostado nos saca tal que así...



Fin inciso ]

Y ahora toca bajar...senda técnica, senda no tan técnica, pista, barranco...estos tres kilómetros de bajada dan para todo incluso para, cuando vemos el desvío de los que hacen el 18 (uh, fuera, cobardes!!) lo de plantearse que con 18 la cosa ya iba bien...y es que van 12 kilómetros y llevaremos unos 600 de desnivel. Queda la mitad con 900 de desnivel. Ah. Estoy más cansado que al principio. M*erda.

Y en éstas, los del 18, además, seguirían recto o bajando mientras nosotros nos enfrentamos a un breve repecho para acordarnos de lo que nos duelen las piernas tras tanto tiempo de bajada. El repecho es ridículo, lo bajamos y avituallamiento de agua. En el anterior vimos que el isotónico no era muy allá...así que rellenamos agua y nos beberemos otra botella de trago. Y con eso nos vamos a por el segundo ascenso del día: La Rápita. La que está a casi 1100 metros sobre el nivel del mar. Ah...y nosotros estamos ahora mismo a 572. M****a. 

La de 18 era una muy buena opción. Y salía a las nueve. Ays.

Total, que empezamos la subida a La Rápita. Como suena a que esto se hará muy largo, decidimos ir en compañía de un par más. Cerramos grupo con la única intención de subir desahogado. A ver, bueno, ahogado pero no mucho. Súper no vamos...así que vamos a salvar esto para después, si se puede, empezar a correr. Esto es Espadán puro y duro. Los kilómetros de 15', 14' y 12' consecutivamente lo atestiguan. A mitad de subida, cuando empezamos a oír voces por detrás...pasamos de modo desahogado a ahogado nuevamente...lo de tener una táctica y seguirla...como que no es para mí. 

Coronamos La Rápita casi en el kilómetro 16. Tramo de bajada bastante técnico e inclinado. Creo que me falta soltura. Y me sobra inocencia. Pensaba que ya era todo bajada. Igual el desnivel está mal medido... Aunque llevemos 1200 positivos. Quedan 9 kilómetros y 300 metros por ahí de repechos. Pero antes, avituallamiento. Y justo después, primer repechaco. A las vistas espectaculares y al dolor de piernas se le une un nuevo invitado: el calor. Aún estamos en invierno, recuerden. Ejem. 

Kilómetro 17. Cuesta. Kilómetro 18. Más para arriba. ¿Y lo duro era La Rápita?..se empieza a bajar. Kilómetro 19. No termina de ser todo bajada y, lo que es peor, en cada tramo de subida, nos quedamos literalmente pegados. Kilómetro 20. Más de lo mismo. Kilómetro 21. No hago más que quejarme (novedad!!) que apenas se baja...y estamos a 400 metros menos de altura que hace cuatro kilómetros. Cruzamos la carretera. Repechaco de la carretera. Kilómetro 22. Senda, pista...no termina de ser bajada. Se ve, por fin, el Castillo. Ubico, por tanto, la Vall. Está ahí, ahí abajo. Seguimos llaneando. O incluso subiendo...aunque sea levemente. Kilómetro 23. Parece que se inicia la última bajada. Se ve el pueblo. Lo veo. Está ahí. Cada curva a la derecha nos aleja de él. ¿Vall? ¿Dónde estás?...no te veo. Kilómetro 23,5. Me echo a llorar. Kilómetro 24. Tras una senda de bajada (yo tampoco me lo creo) llegamos a la Vall. A la izquierda está la meta. Giramos a la derecha.

Cada giro a la derecha es un puñal en el corazón.  Creo que me he pasado de poético. Cada giro a la derecha es una p*tada. Ahora sí, mejor. La meta está a mi espalda, cada vez más lejos. Espero girar algún día a la izquierda. Y más después de esas escaleras. Y de ese paso por los bajos de un edificio...caramba, mis lloros han surtido efecto: aparecemos en la calle que tantas veces transitamos esta mañana. En efecto, justo antes del repecho. Por dignidad, vamos a meta sin pararnos.

Y parece que vamos a llegar a meta sin ningún episodio esperpéntico más. No, perdona, queda uno. Hay que mencionarle porque se lo merece: a quince metros de meta uno me adelanta. Muy bien. Ahí te reviente el corazón por pegarte ese calentón, me parece genial que lo hagas...pero so inútil, no te pares delante de golpe porque haya otro de la de 18 entrando a meta y quieras salir solo en la foto. El postureo -y su tontería- en su máxima expresión.

En fin, que no sé ni qué tiempo he hecho pero que la experiencia de esta carrera es muy satisfactoria  -además, no he empujado al que se paró delante- en todos los sentidos:

Vista: qué te voy a contar: Espadán puro y duro

Olfato: Atravesamos dos carreteras, un poquito de hormigón y el caso urbano de la Vall. Salvo eso, todo lo demás es monte puro. Respira.

Oído: Y oye.

Tacto: No solo para agarrarte a la cadena y hacer tapón...también hay que palpar los pinos o alcornoques para agarrarse a ellos...joer, menudas bajadas.

Gusto: Misteriosamente lo dejo para el final: Menudo avituallamiento en meta. Cocas, embutido, bebida (claro, que si no hace bola) y...jabalí.

En el tacto también podíamos haber puesto la sensación de subir a cuatro patas los últimos repechos pero, mira, mejor no lo hacemos.

El perfil es éste:

Y el cabr*n del Belmin, ha decidido hacer sexto. ¿Qué es eso? Pues que cuando el menda estaba por ahí arriba, a mil metros de altura...el ya estaba en meta. Un crack corriendo y un crack cuando no corre.

Y eso, carrera plenamente recomendable. Es dura, sí, y desde La Rápita...se te puede llegar a hacer inacabable como lo hayas dado todo allí...pero, en la otra parte, es terriblemente espectacular: el cresteo inicial, la misma subida a Rápita, el barranco del once...Avituallamientos aceptables (les pongo matrícula si el isotónico estuviera ya hecho...aunque fuera el del Consum...a los de sobre no les termino de pillar la gracia), muy bien marcada y tour turístico por la localidad si no estás muy avispado a la hora de aparcar. Y, si lo haces bien, pues la ruta te la haces en el último kilómetro. Bolsa con camiseta, buff y miel.

Y, por supuesto, lo más importante de todo: la simpatía y el saber hacer de todos los voluntarios que, en vez de hacerte sentir en una carrera, te hacían sentir como en casa.

Así que...no habrá que perderle el rastro a esta carrera para próximas ediciones.

sábado, 2 de marzo de 2019

Hoy esprintamos para hacer el ridículo en...Corbera!!

Cuenta la leyenda que, en lo alto del Cavall Bernat, hace 500 años, una moza esperaba a ser rescatada. El nombre de esta mujer nunca se supo y la causa por la que estaba en la cima tampoco. Tampoco se sabía si  quería abandonar tan abrupto lugar pese a que el wifi no es que fuera muy allá, que se diga.

Conocedor de la situación, el hidalgo joselillo, decidió que había que poner remedio y preguntarle el motivo por el que estaba en tan inhóspito lugar y se dirigió rumbo a la cima. Se guió de su sentido de la orientación y de unos carteles puestos en lugares estratégicos en los que ponía moza y una flecha. Y deducía que era por ahí.

De repente, lo que era una senda transitable se convertía en tramos de trepadas y ahí, nuestro héroe, se quedó pensativo en una piedra mientras observaba que los postes indicaban directamente al cielo. Parece que el camino, por tanto, cogía algo de pendiente. Y a nuestro personaje pues le daba miedecito esa situación en las que se tenía que desenvolver con las manos. Bueno...la leche que se daría por un mal paso también le daba reparo.

La chica, observándole desde lo alto, inició el diálogo:

- ¿Qué haces loco?

- Pues nada, ya ves, que venía de la villa de Corbera a hacerte una preguntilla pero he visto esta piedra tan bonita y agradable al tacto y he decidido quedarme aquí, abrazándola.

- Va, sube, que hay unas vistas de narices y, si apuras la vista, ves un poquito de la Batalla de Lepanto.

- Es que me da miedo, jo! -le contestó joselillo agarrado a la piedra cada vez con más fuerza.

La chica empezaba a mosquearse por la actitud del chaval.

- Venga, que como se enteren que estás por ahí, serás presa de los buitres o, peor aún, del Señor de Vinicius, que es un amante de la caza con flecha.

- Si es el chico ese de la puntería rara, creo que no me da ni con una bomba atómica

- ¿Bomba qué?

- Nada, perdona, me he liado.

- ¿Subes o qué?...que empieza el programa de Jordi Hurtado

- No, no, tengo vertiguito...mejor me bajo yo eh, que la pregunta no era tan vital y le digo a la gente que estás bien y que no necesitas nada.

Y la historia quedó así, joselillo se bajó por donde había subido y el Cavall Bernat quedó asociado a esa historia que me acabo de inventar.

Recreación del hidalgo con su colega bombón porque, como sabrás, no había cámaras entonces. Bueno, ahora tampoco es que haya muchas...



Total, que eso, que cinco siglos después, en 2018, en la primera edición del Trail Serra de Corbera -vamos, que esto ya son hechos reales-, el menda, en los inicios de la subida a la parte más técnica del Cavall Bernat se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos. Miedo, pánico, pavor...la sensación de quedarse bloqueado en una subida desconocida le echó para atrás. Y de eso se sacó una valiosa lección: no te apuntes a la larga de Corbera.

Y aprendimos tanto la lección que nos apuntamos a la corta, la sprint, la de ocho kilómetros -que acabaron siendo casi diez- en 2019. Además, este año, la organización también perfeccionó la salida e hizo que los de la larga salieran a las 8.30 y nosotros a las nueve. Mejor. Acierto.

Lo bueno de un sprint es que la crónica es más breve. Osana en el cielo. Además, de los casi diez kilómetros, los dos primeros eran de asfalto. Nos desenvolvimos en unos dignos 4'40'' (sin Juan Luis Guerra) así que, cuando llegó la primera subida, cogimos el tapón de los que corren a 4'40''. Obvio.

Juraría que dimos la vuelta al Castillo -realmente solo mirábamos los pies al de delante- porque la intención original era, en un alarde de optimismo desmesurado, la de hacerla toda correteando. A ver, iluminado, la distancia será más corta pero la montaña de Corbera es todo menos trotable. Y, para muestra, pues eso, los primeros cien metros. Y los segundos, si me apuras.

Lección aprendida.

Y si los dos primeros kilómetros iban a 4'40'', el tercero se nos fue a más de doce. Había tramos de subida y tramos de subebaja, pero eso, se nos fue de madre el kilómetro. Después, una bajada por senda que nos enseñaba una cosa...qué difícil iba a ser adelantar. Y más cuando, tras la bajada de senda, le siguieron 200 metros de hormigón y un nuevo repecho y, después, una senda estrecha con un poquito de terraplén al lado...vamos, que o pedías paso y se apartaba directamente quien nos precediera o difícil.

Entonces esa senda dio paso a otro tramo de asfalto y unas escaleras...por lo menos eran anchas, aprovechamos. Avituallamiento. Nos lo saltamos y un rampón de cemento. Oye, pues lo hemos subido todo al trote (gracias por hacer la ola) luego otro tramo de senda llana sin fijarnos que, si nos vamos medio metro a la derecha, nos vamos al campo de abajo. Esas cosas, de verdad, mejor no pensarlas. Un poquito de senda para abajo hasta que pasa a ser para arriba. Oh, oh. La primera subida seria del año pasado. 

Eso sí, sin tapón. Así que vamos subiendo y, si se puede, adelantamos un poquito. En un kilómetro se salvan 220 positivos...vamos, que no es muy corredor. Después, una bajada técnica y la subida más bonita de todas, pues vas por la ladera de la montaña, en un paso que hay en la misma piedra eso sí, echado hacia la izquierda porque a la derecha, para variar, bueno, no miré a dónde llegaba...lo vi innecesario ya tú sabe.

Pues nos plantamos en la hora y casi siete kilómetros y, una vez ahí, realmente piensas que la carrera es más larga de los 8800 metros indicados...pero bastante más. Entonces te ponen una bajada bastante técnica en la que te ventilas casi todo el desnivel y luego unos tramos de pista y asfalto que hacen que, en apenas dos kilómetros, estés a la entrada de Corbera.

[Inciso

Pastor Llopis nos saca de esta forma...que parece que realmente estábamos corriendo


Fin inciso...y casi casi de la carrera]

Pues eso, que la pista nos dejaba a la entrada de Corbera, entonces un poquito de callejeo, un tramo entre naranjos y salimos a la carretera cuyo carril bici nos lleva al polideportivo. Entramos con una zancada digna en algo menos de hora y veinte tras 9700 metros...solo a 25' del primero. 

Casi nada :)

El perfil es éste:


Y, bueno, las sensaciones de este año son mucho mejores que las del anterior. En Corbera, con la sprint, ya vamos bien. Carrera bien marcada, buena bolsa, recorrido bonito -y a ratos duro-...vamos, que es sprint por la distancia porque para nada se puede considerar como una carrera de iniciación pues las bajadas tienen su miga -sobretodo la última- y las subidas tienen su pendiente. Bonita forma de pasar la mañana del sábado. Además, en meta, había bocadillo de longanizas de esos que luego hacen que te sientas mal, te cambies, y te vuelvas al monte a dar otra vueltecilla buscando los caminos por los que hace 500 años, el hidalguillo mierdas ése no supo llegar arriba.