domingo, 9 de junio de 2019

Hoy hacemos el ridículo en...Javalambre: Perimetrón

El teléfono sonó:

- Hola, ¿joselillo el paquete?

- Hola. Sí, soy yo, dígame.

- Le llamamos de Salomon, nos han llegado noticias que quedó en una flamante vigésima posición en el Trail Moriscos y queríamos hacerle una oferta de patrocinio.

- ¿De verdad?, vaya, no me lo esperaba...voy a contárselo a mi madre y a todo el mundo que conozco. Vale, ya lo he hecho. Pero, ¿de verdad?, no es broma ni nada parecido, ¿eh?

- Pues claro, inútil. Somos de blogger. Escribe algo o te cerramos la página. Corto y cierro.

En fin, que tocó sobrellevar esta amenaza, mantener la compostura, decirle a Javi que es el alcireño más majo que conozco (incluso de toda La Ribera si me apuras) y blablabla. Total, que sin saber muy bien cómo estábamos inscritos en el Perimetrón. ¿Que qué es? Pues te lo resumo muy fácil: es una pequeña Volta a Peu que se hace en Javalambre, de unos 41 kilómetros y unos 4000 metros positivos. Los datos son fríos así que si lo traducimos a un lenguaje más coloquial, podemos definir al Perimetrón como una auténtica burrada.

Como hemos dicho, el Perimetrón es en Javalambre. Es importante este dato saberlo y no hacer como alguien que conozco que reservó en Mora pensando que la carrera era en Valdelinares. En efecto, me di cuenta en plena autovía, cuando marcaban las salidas de las estaciones de esquí. Había confundido anteriormente Turís con Tous, a las hermanas Olsen, a Casado con un político pero Javalambre con Valdelinares...uffff, esto creo que lo superaba todo. 

De todos modos, la cosa no fue tan grave...peor fue lo de Liverpool, ya que en el hotel dijeron que esa carretera llevaba directo, que en unos 40 minutos estaba en Javalambre. Así que, tranquilidad...si la cagamos, será por otra cosa.

Afortunadamente, solo me confundí de lugar de salida. Por lo demás, sabía que la carrera era en sábado y a las 7.00, así que la sensación tan placentera de oír el despertador a las 4:45 mejor me la ahorro.

Pasaban unos minutos de las seis y ya estábamos allí. Mientras cogíamos el dorsal una cosa se percibía: los 25/30 grados del día anterior en Valencia...como que no los íbamos a tener por aquí. Mucho viento y algo de rasca (termómetro a siete grados), así que fuimos con algo que se llama chaqueta y que habíamos olvidado cuál era su utilidad. 


Igual he exagerado un poco con la recreación gráfica...

Bueno, eso, que son las siete y nos vamos directos a la salida, que si no esto se hará muy largo. [Spoiler: se hace largo. El Perimetrón creo que tiene esa virtud]. Frente a nosotros, la primera subida. Hay una pista de esquí a la derecha, otra a la izquierda...así que nosotros iremos rectos. Por todo el medio. Habrá 75 metros de falso llano y directitos, de cabeza al infierno.

Siete. Salida. Pum. La gente sale corriendo. ¿Muchach@s, pero no veis lo que hay delante?. C*br#n*s...me toca correr a mí también. Agh. Agh. Pero de los últimos, sin demostraciones. Primero una rampa con mucha pendiente. La gente sale enfurecida, como si esa fuera la última subida. La tierra está suelta. No es problema. Clavan los bastones, se impulsan con vehemencia, algunos se resbalan pero con gran empeño recuperan la posición y continúan con el ascenso. Y yo pensando para mis adentros que después de eso, todavía quedarán unos 3980 metros de desnivel. Y positivos. Tras este primer ascenso, cogemos la senda entre el bosque. Empiezo a entender porqué la gente iba tan rápida de inicio. Taponaco. 

Mirar hacia atrás y ver a menos de veinte personas. Mirar hacia delante y ver que no se mueve esto. Tener dudas de si estás en Javalambre o subiendo el Everest. Vale. La fila se mueve. Y no hay víctimas. Y está todo bastante limpio. No hay duda, seguimos en Javalambre. 

Y ya nos vamos haciendo una idea de lo que nos vamos a encontrar. No solo cuestas, si no que las sendas -como tales- no existen y habrá mucho tramo de campo a través. Para lo cual, habrá que fijarse en las marcas o, lo más cómodo, seguir al de delante. El tramo inicial es muy chocante, luego la senda se suaviza ligeramente (a lo mejor pasamos de un 40% a un 25%...bueno, hazte a la idea cómo ha de ser la cosa para que firmes un desnivel del 25%), lo que unido a que vamos al final del todo permite que empecemos a recuperar algunas posiciones.

Palabritas con Javi, palabritas con Isaac, buenos pensamientos para los que suben en el telesilla y, por fin, coronamos. Llevamos un kilómetro. Y 25 minutos...imagino que el Garmin me habrá dicho varias veces eso tan motivante de "Muévete". Buen marketing. El próximo será Suunto. 

Volvemos a la carrera. Tras coronar este primer peñasco sin importancia, nos encontramos que llevamos más de 300 metros en un kilómetro. Vamos, que si subiéramos esto unas trece veces y bajáramos por la pista otras tantas, nos saldría la madre de todos los Perimetrones pero no voy a dar ideas...que aquí hemos venido a correr, no a torturarnos para futuras ediciones.

Empezamos a bajar y palabritas con Marcel. Se agradece la bajada aunque el tendón ya sabemos que va a dar la lata. Pista, senda, campo...los kilómetros van pasando. Ya van cinco. No te acostumbres...otra subida. Palabritas con Laura. Ahí empieza a verse un problema añadido: una nube bastante baja viene del Este pero bueno, como tampoco tenemos mucha idea de por dónde va el recorrido...igual no nos afecta.

Otra bajada. Antes dijimos palabritas con Laura, ¿no?. Ahora más que palabritas son consejos de aprecia tu vida. En el punto inicial de esa polvareda, se ve una trenza...parece que lo tiene dominado. Qué mala es la envidia :)

Estamos ya por el kilómetro siete y empieza otra subida interesante. En principio de senda, que nos permite seguir recuperando posiciones y luego, tras una mínima bajada, de piedra con algún tramo de trepada. Por cierto, se disipa la duda. La nube nos la comemos enterita. Nos quita el sol, sí, pero nos añade una niebla que, unido al viento, le da un toque ligeramente gélido al tema. Ni que estuviéramos a 2000 metros.

Por cierto, lo decimos siempre porque es verdad: los voluntarios son la parte más importante de una carrera y no hay palabras para agradecerles su labor pero lo de ayer, ahí arriba, en esas condiciones, es para hacerles un monumento. 

Por nuestra parte, el cortavientos, tras unas fases de quita y pon...se convierte en prenda indispensable y, como mucho, en modo superosado, lo más que haremos es bajar un par de dedos la cremallera. Lo que es increíble es que, en una carrera en pleno junio, esté echando de menos los guantes. Bienvenidos a Javalambre, jeje.

Tras este primer avituallamiento -en realidad es el segundo, pero es que en el primero no paró nadie y me sentía mal si lo hacía-, llega una fase rompepiernas. Se alternan subidas con llanos pero no muy duros. De todos modos, hay que andar muy atentos porque con la niebla y la ausencia de sendas, pues hay que ver en cada señal donde está la siguiente. Pero, pese a la climatología, se sigue el recorrido sin problemas.


Afortunadamente, el recorrido estaba bien marcado.

Seguimos con los subebaja hasta que, en el kilómetro 13, hay una bajada algo ya más larga a la que le sigue una subida con algo de pendiente. Las sensaciones están siendo bastante buenas...y mejores serán cuando en este tramo, de una tacada, ganemos unas diez o doce posiciones. Por cierto...la niebla está ya desapareciendo y, con ella, el cortavientos. Otro avituallamiento, el del ventisquero, y seguimos.

Van 15 kilómetros. El objetivo inicial eran las diez horas. Desconociendo la carrera, pensábamos que quince minutos por kilómetro era demasiado...pero con los números que estamos haciendo, vemos próximo el acercarnos a las ocho horas, pues la media se empieza a acercar a los doce minutos. De todos modos, no nos volvemos locos y seguimos igual: subidas caminando y en las bajadas/llanos, se trota. La verdad es que tampoco tenemos piernas para mucho más, así que parece una táctica acertada. La verdad es que el terreno tampoco permite mucho más, así que no hay otra.

Y si pensaba en trotar en las subidas, me van a demostrar que no es muy acertado cuando, camino del avituallamiento del 18, me pasan dos al trote en un repecho. Al rato uno se pone a andar y le cogemos (oeoe) y otro se queja de rampas. Yo al ser humano no le entiendo, la verdad. 

Pasamos de largo del avituallamiento de Gravera y nos viene una interesante bajada por senda con mucha pendiente pero que se agarra bien. Empezamos a notarnos realmente solos porque no se ve a nadie por delante y al de las rampas ni está ni se le espera, la verdad. Qué bonita bajada, qué rápida, qué agradable esa sensación de estar tan rodeado de naturaleza...pues ahora todos esos calificativos, a la inversa, que la subida inmediatamente posterior (unos 170 metros a subir en 600 metros) te deja así de clavado.


[Y aquí pongo una imagen de Sagunto porque si no, solo hay letras y es un poco bluuffff]

De todos modos, las sensaciones siguen siendo buenas y seguimos cogiendo gente. Incluso cogeremos a Manuel que hace dos semanas estaba por Cazorla y hoy, mira, pues por aquí. Coronamos y bajamos nuevamente. Avituallamiento de Fuente Alonso. Algo más de 21 kilómetros y cuatro horas. Los números, por primera vez, cuadran para bajar de las ocho horas. Subidón.

Pero, para subidón, el que nos encontraremos en el 23. Otra vez salen unos 200 metros a subir en 600. Pero engañan, porque la primera parte es más tendida y la última parte hace sacar temores que el subconsciente había conseguido esconder. En efecto, hablamos del "Mono de Nogueruelas".

Ahora te aguantas y te explico de qué va. En el trail de Nogueruelas (carrerón...hay que conseguir que se vuelva a hacer porque es eso, otro carrerón) la subida a Peña Calva (bueno, y muchas más) consideré que se marcaba de una forma especial: ponían un plátano en la cima y a un mono le daban un puñado de cintas. Al mono le dejaban en la parte baja y su trabajo consistía en ir dejando cintas por la subida aunque tuviera pendientes inescalables, de este modo, el recorrido acababa marcado y el mono se comía su platanico la mar de contento.

Pues eso, que esta subida se ve entera desde abajo y ves que la parte final coge algo de pendiente, así que vas subiendo con pasos pequeños hasta que con esos pasos no avanzas, entonces lo siguiente es subir a cuatro patas...pero es que te resbalas. Y, claro, te cagas de miedo. No porque no puedas subir, porque si te resbalas y te caes no paras hasta que llegas abajo del todo y es un palo. Porque estás hecho una m*erda y tienes que subir otra vez 200 metros en 600 sabiendo que lo más duro está al final.

Afortunadamente, conseguimos superar el obstáculo en forma de "es todo bajada pero hay una subida"...que nos dijeron en el avituallamiento previo. En fin. Después pasa lo que siempre pasa: que no vas un carajo. Siempre que hay una subida de cuatro patas, la respiración se desboca de tal manera que me quedo en situación de ko técnico hasta tres o cuatro días después. 

La bajada posterior a Camarena no ayuda a recuperar. Vamos justillos. Como cambia el cuento con una subida. 25 Kilómetros ya. Aparte de los geles, las sales, los pistachos...comemos en el avituallamiento. Hay arroz incluso, pero me parece excesivo. Son las doce, hace ya sol y caminamos por las calles de Camarena como aquel que sabe que ahí, en ese bonito pueblo, no se va a comprar una casa. Salimos del casco urbano y bajada por pista. Empiezas a fijarte por donde irá la siguiente subida...

Ahora todo son pensamientos negativos. Pero seguimos bajando. Y alrededor solo hay montañas. Vamos al matadero. O, peor aún, vamos directitos al Purgatorio. Dijimos anteriormente que las subidas a cuatro patas no las terminábamos de asimilar, ¿no?...pues toma, dos tazas. 214 metros en medio kilómetro. Van 27 kilómetros y llegan los kilómetros de 20 minutos. El sueño de las ocho horas se queda en eso, en sueño. El Purgatorio se suaviza, le sigue un tramo de bajada que, para que engañarnos, casi ni me acuerdo de cómo era. Total, da igual, porque viene otra subida...que nos tienen que salir los 4000 y llevamos cerca de 2500. 

Pero de lo que sí que tengo vagos recuerdos era de otro par de kilómetros para subir 400 metros. Y arriba del todo estaba el avituallamiento de San Pablo. Pero esa senda entre el bosque, esos pasitos pequeñitos, esa sensación de no puedo más y esa estúpida pregunta de qué es lo que queda...y te digan la verdad. Es que desde ahí las vistas son una pasada. Vas con la cara desencajada pero se ve dónde has aparcado. Y, joer...el camino hasta allí no es llano. Van 30 kilómetros. Ahora un falso llano y aquí empiezo a pensar que no corro hasta meta. Me da lo mismo hacer diez horas, once o doce...me he enfadado y no respiro.

Pero llega una bajada de senda sencilla, así que se me pasa rápido el enfado y nos ponemos a trotar. Los kilómetros salen a siete...pero siete es menos que veinte, así que nos vale para seguir. Podemos mantener un trote continuo, excepto en los contados repechos y, claro está, en la entrada nuevamente a Camarena que, como es menester, entramos por la parte baja del pueblo. Conclusión: en Camarena solo hay cuestas.

Volvemos al avituallamiento. Vuelve a aparecer Manuel por ahí. Él se hace un plato de arroz y se lo come hasta que salga del pueblo. A mí me da algo de envidia, pero sigo erre que erre con mis pistachos, mis sales, mis geles y los plátanos. Y beber mucho. Todo sin alcohol. Es el kilómetro 34. Vuelvo a cometer el error de preguntar qué queda, porque hemos rebasado los 3100 y no veo que en esos seis/siete kilómetros podamos llegar a los 4000.

Y, según lo que oigo, parece que sí, que llegaremos. Salimos de Camarena y, novedad, subimos. Inocentemente espero que todo sea subida y, dentro de lo que cabe, sea más tendida. Mejor subir 700 metros en 5 kilómetros que en tres. Así que cada tramo de bajada es una punzada en cualquier sitio porque el corazón no lo siento...Decíamos que empezábamos subiendo, trantran...delante hay un grupo de tres. Van hablando...yo voy haciendo la goma. Comiendo, bebiendo...algo no me cuadra cuando llegamos a los 1600 metros de altitud. Van 37 kilómetros.

Oh, no...una bajada. Y con cartel de cuidado. ¿Qué significa eso?...que en apenas un 1,3 kilómetros, volvemos a estar en los 1350 metros. Esto está siendo demasiado cruel. Toca llegar a nivel 1700...que es la altura del aparcamiento y luego el tramo del bonustrack...que, ya puestos, yo volvía a poner la primera subida (risas malévolas).

Así que nos volvemos a encontrar otros 1700 metros de subida...(eso lo sé ahora), la primera parte es un ascenso como si fuera de escalones...bastante asequible, además ayuda que tras varios kilómetros queriéndome morir cuesta arriba, volvemos a encontrarnos bien y recuperamos algunas posiciones. El problema está (siempre lo hay) cuando la pendiente se vuelve a extremar. Y, con ella, la postura tan elegante de subir a cuatro patas con todo lo que ello conlleva. Miras hacia arriba y ves la marca de las sendas y las cintas naranjas...solo quieres que llegue el momento en el que éstas dejen de verse...querrá decir que ahí la pendiente se suaviza.

Y si se suaviza es buen lugar para poner un avituallamiento. Y para volver a preguntar lo que queda. En 600 metros subes 200. Bueno...el principio tiene un aire al cortafuegos...subiendo por unos postes que igual eran telesillas pero oye, que ni se me ocurrió levantar la mirada. Pasos cortos y oír al speaker contar las alegrías de los que llegan mientras tú...bueno, mientras a ti parece que te queda menos. Si es de este estilo, en un rato lo finiquitamos. ¿Dónde firmo que todo el ascenso sea así?...en ningún lado, porque la senda de los postes vira a la derecha y vuelve a coger más pendiente. La fatiga ya empieza a causar mella (ya no aguanto 39 kilómetros con 3800 positivos como antes) e, incluso, hay un par de momentos que paro a tomar aire. Pasos pequeños, haciendo zetas, comiendo, bebiendo...segunda fase de no puedo con mi alma (la primera duró solo diez kilómetros) y sabiendo que se acaba ahí arriba...bueno, o eso dicen. Solo falta saber cuánto queda para ahí arriba.

Pues donde está puerto el punto de control parece que se acaba la subida. Ahora toca llanear un poco y tirarse para abajo. Ahí Manuel pasa como una gacelilla. Mi intento de seguirle se limitan a una mirada y a un "venga, corre"...que yo ya me quedo tranquilamente.

Tampoco es que hayan decidido poner la bajada más sencilla para el final...pero vamos, tampoco vamos a hacer muchas demostraciones...así que nos limitamos a no caernos mientras oímos al speaker cada vez más y más cerca. A estas alturas me parece un reclamo coj*nudo, la verdad.

También vemos que estaremos por debajo de las nueve horas que, para ser la carrera que es, no está tampoco muy mal. El primero no me sacó ni tres horas...aunque una me la sacó en el primer kilómetro.

En resumen, buena carrera la celebrada en Javalambre. Recorrido muy montañero, técnico pero sin tramos especialmente peligrosos (no hubo riesgo vital ni cuerdas ni cosas así...que era algo que también me daba algo de palo), bien marcada, buena bolsa, avituallamientos correctos y a una distancia adecuada...y, claro está, con unos voluntarios que hicieron que nos sintiéramos como en casa...siempre que cambies tu sofá por 4000 metros positivos de desnivel, claro que, ahora mismo, no tengo tan claro si lo haría otra vez ;p

Imagino que en unos meses...igual la opinión varía.

O haré la corta como el Belmin y Alex...y tan contentos.

Ah, el perfil es éste:


Y sí...hay cuatro mil positivos

domingo, 17 de marzo de 2019

Hoy hacemos el ridículo en...Daroca!!

Valencia, tercera semana de marzo: fiesta grande, fallas, pasacalles, petardos, buñuelos, petardos, bombas, alguna que otra calle cortada, más petardos, más bombas. "Google, búscame algo". No, tapones para los oídos no. Y protectores de estómago tampoco. Algo para cansarse y no oír absolutamente nada, desconectar, vamos.

Daroca, situada a 270 kilómetros. Parece que no llegará la onda expansiva de los petardos...aunque tengo mis dudas que los que tiraban el miércoles -día del largo, 4 kilómetros- en el río no fueran captados por algún sismógrafo como algo más serio...En fin, eso, decíamos que apareció Daroca como opción. Situada al sur de Zaragoza, el olor a fritanga parecía descartado y el del orín en la puerta de la Lonja creo que solo llega hasta la huerta...así que era un valor seguro. Nos vamos pues al Trail Murallas de Daroca.

Tres distancias para elegir: 13, 21 y el maratón...de 49 kilómetros. Miedo me da el día que organicen un ultra...que igual lo hacen de 200 y se quedan tan tranquilos. Haremos noche allí. Un acierto. Acierto porque, tras recoger el dorsal, daremos una vueltecilla por un lugar del que, murallas aparte, tiene sus cosillas de ver como, por ejemplo, iglesias románicas y un camino que lleva directo a Nueva Zelanda sin dar toda la vuelta.



Al día siguiente, el despertador sonó a las...no, no sonó, estábamos despiertos antes. A quien le diga que, un domingo, estábamos en pie a las 6:30 sin despertador...en fin, mira, mejor no lo contamos por ahí y evitamos juicios que no conducen a nada bueno. Como era pronto, pareció un buen momento para indagar acerca de dónde era la salida -que nunca está de más- así que, tras dejar trastos en el coche nos fuimos a la Plaza de España, bueno, más concretamente, al rincón de la Plaza donde daba el sol. Seis graditos marcaba. Zaragoza, invierno, 8 de la mañana...pues a ver si va a ser lo normal.

"Para que haya primeros, tiene que haber últimos". ¿Mande?. Ah, sí, simplemente que la carrera muy concurrida no está. Apenas 39 inscritos. Por un parte es bueno: si acabamos, nos plantamos de los 40 primeros y Mikel no me echa. Por otra, es malo: si te despistas, eres el último y no escribes la crónica. Espera...eso tendría que ser bueno!!!

A nadie le sorprenderá, por otra parte, que si hay poca gente en la salida, en la foto, salga con el cabolo mirando al suelo...concentración le llaman. Ja.



Se dio la salida puntual a las 8.30. Sin petardo ni traca (oeoeo, lloro). Primeros metros urbanos con la gracia del caso histórico de Daroca, esto es, nada de asfalto. Sobretodo tramos adoquinados. La carrera tiene 1600 positivos (parece poco para 49 kilómetros, la verdad) pero, tras este primer kilómetro a alguno empiezan a parecerle demasiados. Como no es novedad, en este tramo inicial, no pasáremos a nadie y muy pronto aplicaremos esa regla de "no correr en el 1 lo que andarás en el 21"(...y todos los demás, je). Ah...y me duele todo.

Los primeros kilómetros son muy corredores, lo cual a mis tendones les viene de lujo. A cada zancada, recibimos un mensaje de alegría. Pasamos la primera subidilla, el primer avituallamiento y enfilamos el kilómetro 9 por debajo de la hora.

[Inciso,

Club de Montaña Daroca, antes del primer avituallamiento, me saca tal que así.


En el avituallamiento reconozco que estaba más quieto.

Fin inciso]

Y después del nueve, viene el diez. Que está pegado en un pino en el principio de la primera subida seria, con pendiente. Aparece el primer kilómetro por encima de 10' y empieza a soplar el viento. Llegamos al punto en el que nos separamos de los de la media. Por cierto, salían 30 minutos después y no nos han cogido. Por poco no, por muy poco. En cuanto empezamos a subir el repechaco los que hacemos la larga, se oye que a unos les mandan hacia la derecha. 

Repecho y bajada hacia Manchones. Avituallamiento. Misteriosamente este es más largo que el primero. La subida posterior empieza a ser seria también...el primer tramo tiene cierto aire a las subidas terroríficas de Nogueruelas y el segundo es un cortafuegos recto que tira para allí arriba. Confirmado, qué envidia dan los de la media.

La gracia, eso sí, de toda la carrera es que el punto más bajo está sobre los 740 metros sobre el nivel del mar y el más alto no llega a los mil. ¿Qué quiere decir esto? Pues que las subidas no pueden tener más de 250 positivos. Salvo que seas de la Logse, que entonces te puede dar la medida que quieras. ¿Qué más quiere decir? Pues que no haremos el ridículo en un ascenso más de media hora porque no da tiempo, básicamente. Aunque si nos empeñamos, nada se descarta.

Del avituallamiento del kilómetro 20, siguiendo la progresión, es normal que no me quisiera ir. Pero es que las molestias en los tramos pisteros son una auténtica j*dienda. Además, para añadir más gracia, toca parar a quitarse una espina. A tomar una cerveza mira, a eso no pararé. Asco de vida, tete.

Con más pena que gloria fueron pasando los kilómetros (exactamente todos), intentando dejarnos caer en las bajadas y subiendo lo más dignamente que podemos los repechos. Obviamente, la posibilidad del abandono está ahí...pero es que luego te sientes mal y piensas que, total, para 25 kilómetros que quedaban. 

Como tampoco hice mucho por dar pena a los voluntarios que controlaban el desvío de los de la de 49 y los de la media, pues eso, seguimos por el camino largo que también llevaba a Daroca, de hecho, en el kilómetro 28 está el cuarto avituallamiento. Llevamos casi media hora de ventaja sobre el tiempo de corte. 

Pasamos por debajo de la carretera a buscar la segunda parte de la carrera. Primero por un tramo de pista. Uffff, insoportable. Correr seguido es un suplicio. No sé si es pena exactamente lo que doy pero es curioso que pasamos ante un chalet o fábrica (tampoco es que me fijara mucho) y el perro ni me ladró.

Pero es que, tras salir de la pista, lo siguiente era atravesar un polígono -reconozco que es la primera vez que atravieso uno en una carrera de montaña-. Más llano. Más preguntas de los voluntarios "¿Estás bien?"...obviamente, no les conté lo del perro. 

Tras este tramo llano, llegó por fin la subida. Con mi tramo de vertiguito incluido. Una especie de presa de esas que hay en los barrancos para controlar el agua (lo digo así, como si fuera un experto en la materia y luego a lo mejor es para que no se reproduzca el ciempiés), que tendría unos tres metros de ancho, vamos, que cabe perfectamente un camión...pues el nene por el medio, con cuidado de evitar que salten los sensores de movimiento, parece, todo despacito, bajando el centro de gravedad en fin...lo peor no es eso, lo peor es que si no lo hubiera cruzado, habría salido al mismo sitio, ays. 

En fin, seguimos subiendo y aquí de referencia tenemos al de delante. Lo único que él sí puede correr. Tras coronar este primer ascenso del segundo bucle nos damos cuenta de una cosa: Daroca está a tomar por saco. Ufff. Y, oye, lo peor, por aquí ni rastro de muralla ni nada.



Tras el ascenso, vino otro tramo de corretear. Alternamos, obvio, con andar en una relación calculada bajo varios factores a considerar como son la presión, la velocidad del viento y la cantidad de sudoración. En efecto, troto y, cuando no puedo, ando. 

Un voluntario le gana la apuesta a su compañero de control. "Me juego mil pavos a que les digo que ahora hay una bajada y luego el avituallamiento y se lo creen". Pues eso, que ganó la apuesta...porque la bajada era bajada porque se bajaba pero había que estar más pendientes de las señales que del sendero -inexistente a veces-...de ahí que hasta dos veces aterrizara en este tramo. Torpe. 

Una vez abajo, cogemos una pista de la que se ve la Z que hace en la montaña y confías en que arriba esté el avituallamiento. En plena paja mental, las marcas nos desvían a la izquierda. Merdé, subiremos al mismo punto pero por aquí...o sea, más pendiente. Y ahora sí, llegamos al avituallamiento.

Me preguntan que qué quiero y les pido la silla. Mal. Llevaban furgoneta. Debí pedir la llave. En fin, agradable conversación y seguimos. A nuestros pies aparece la cárcel de Daroca. Viendo la que llevamos encima ...y lo que nos queda, hay momentos que llego a envidiar a los presos. 

Y llegamos a Nombrevilla por la entrada más fea que existe, la verdad, menos mal que enseguida salimos a una de las calles. Vamos camino del 39 y ya hemos pasado las cinco horas. La siguiente subida es por pista, así que la solventamos medio dignamente...a continuación, una bajada por sendero muy visual pues se ve los diferentes puntos por los que se va. También, si te va lo heavy, se ve, a la derecha una pista que sube de un modo que te quita el hipo. También se ve, además, puntitos andando por ahí. La cagamos, pues.

De todos modos, al ser pistera, la subida no es tan dolorosa como otras. Obviamente, nos olvidamos de correr y simplemente nos centramos en caminar y caminar hasta que esto se acabe. Y se acaba. Y hay avituallamiento. Recargamos y bajamos.

[Inciso

Club de Montaña de Daroca me saca de la mejor forma posible, teniendo en cuenta que la carrera la empecé afeitado y con el pelo rapado al dos...


Gracias por las fotos...seguimos.

Fin inciso]

La vista me juega malas pasadas. Y es que el perfil indica un repecho tras este descenso. Así que, bajando, me da por levantar la mirada y ahí se ve por dónde se va. Es que, en el primer metro se me va a escapar hasta un "c*br%nes"...por cierto, ahí delante se ve a un par. Una pena que esté en el estado que presento y no pueda darles caza...

Porque a quien le digas que te cuesta hacer 200 metros seguidos trotando y, desde que ves a estos dos, te pones a correr como si no hubiera mañana...pues oye, no se lo cree. Tramo de pista, tramo de bajada técnico, túnel largo (igual tendría 400/500 metros y con ojo de no darnos con la cabeza en el techo...además de la rasca que hacía ahí), tramo de barranco siguiente...todo trotando. Si hasta en el último avituallamiento seguimos de largo!!. Picao. 

Avituallamiento que coincidía con el del 28, así que la bajada que se hizo en ese momento, aquí la hicimos en sentido opuesto. Y pendiente opuesta. En fin, da igual. Escalones. Gente animando. Murallas. Senda. Escalones. Daroca. Adoquín. Giro a la izquierda y meta. En algo menos de 6h30'.

Muerto no, lo siguiente. Y eso que solo eran 1600 positivos en 49 kilómetros


Y bueno, sensaciones penosas propias aparte, reconocer que la carrera está bastante apañada: salida y meta en el mismo centro, bien marcada aunque algunas cintas no se veían con claridad, avituallamientos más que correctos, labor impagable de los voluntarios (incluso del de "bajada y avituallamiento") y carrera dura para lo que son +1600 positivos en esta distancia (y más viniendo de Algimia, donde eran 1500 en 25 kilómetros)...en fin, que retirado estoy mejor :)

Pero eso, que me lo he pasado muy bien...aunque también me he cansado mucho, ay.

domingo, 10 de marzo de 2019

Hoy hacemos el ridículo en...Algimia de Almonacid

Tan convencido estábamos de correr en Xàtiva...que acabamos en Algimia de Almonacid. Igual de convencidos de que pasaba el Madrid, fíjate...Así que nadie se extrañe cuando, tras hacer noche en Altura -como los ciclistas en el Teide-, pensamos al llegar a Algimia que habíamos aparcado bien.

Y sí, bien aparcado estaba, el coche en su placita, sin salirse de la pintura...pero a tomar por saco de la salida. "Los dorsales son en la otra punta del pueblo". Y, en efecto, eran en la otra punta. En la otra p*ta punta, matizando. Tres husos horarios después, teníamos el dorsal. Intercambiamos palabritas con el Belmin

Volvemos al coche. Nos cruzamos con Bravo. Tiempos de CC.PP. 

- "Estás más gordo"

-  "Llego tarde al coche, adiós. Y los dorsales son en la otra punta. No llegas". Así, sin tensiones innecesarias...

"Istís  mís girdi, istís mis girdi"...Hacemos un poquito de magia entre los arbustos...y tatatachán, pesamos 200 gramos menos. Y poco más, nos ponemos el dorsal y a la salida...que está, como decirlo, no muy cerca.

Tras pasar bajo los efectos de cuatro anticiclones y dos borrascas por fin estamos en la salida nuevamente. Por cierto, no lo hemos dicho, estamos en el Jabalí Trail, una carrera de 25 kilómetros que cumple su segunda edición. Por delante hay que salvar unos 1500 metros de desnivel...chupao. Esta semana hemos hecho cinco kilómetros en el río. Y el bocadillo de panceta, longaniza y ajoaceite del sábado también es un bálsamo recuperador con propiedades que no se pueden contar...vamos más que listos.

Así que no nos amedrentamos y a las 8.00 estamos en la línea de salida junto a cerca de 200 corredores. El inicio será por el pueblo. Pum. Salida. Esta calle me suena. Esta calle me sigue sonando. Este giro a la izquierda me suena. Ese coche es bien bonito. No valoro si lo lavara...520 metros. Juraría que en el Maratón de Valencia siempre he aparcado más cerca. Abandonamos asfalto.

Como no hemos encontrado fotos de la salida, ponemos una recreación


Kilómetro 2. Pista. Todos corren. M*erda. Kilómetro 3. Pista. Todos corren. M*erda. Tapón de entrada a senda. Muy breve. Se anda un poco. Se vuelve a correr. M*erda. Kilómetro 4.  Senda. Todos andan. Miras hacia arriba. C*ño, no se ve ni el sol. Parece que queda...pero se ve a la gente zigzagueando. Es bonito. Y j*dido. Por ahí hay que ir. M*erda otra vez.

[Inicio inciso

Evasion Running nos saca de esta guisa al poco de entrar en la senda


Fin inciso]

Kilómetro 5. La senda se acaba. Viva. Volvemos a la pista. Ascendente. Complicado correr. Tiene pendiente. Mucha. M*erda. En algún tramo trotaremos..los talones molestan pero vamos, soportable. Kilómetro 6. Más pista ascendente con menos pendiente. Trotamos. Coronamos. Avituallamiento. Solo agua...seguimos. Bajamos. Viva. 

Pero tampoco es que bajemos mucho. ¿Cómo que no?...c*ño, porque estaba ahí y me acuerdo...y es que enseguida empezamos a subir una senda empinada. Estamos ya a unos 800 metros y las vistas empiezan a ser más que interesantes. Este repecho parece que no se acaba...y cuando lo hace, por fin, da paso a un tramo de cresteo de los que todos queremos, esto es, primero cuesta abajo y luego de subida...nada de rompepiernas. Bueno, realmente queremos que sea todo de bajada, pero eso, éste también lo firmamos. Por ahí, además, aparecerá un tramo de cadena que alguien tan antitécnico como yo lo solventará sin mayores complicaciones que un tapón con el doble de gente...ea, qué le vamos a hacer. Vamos camino del nueve y ya hemos pasado de la hora.

[Inciso

Alejandro Lostado nos saca tal que así...



Fin inciso ]

Y ahora toca bajar...senda técnica, senda no tan técnica, pista, barranco...estos tres kilómetros de bajada dan para todo incluso para, cuando vemos el desvío de los que hacen el 18 (uh, fuera, cobardes!!) lo de plantearse que con 18 la cosa ya iba bien...y es que van 12 kilómetros y llevaremos unos 600 de desnivel. Queda la mitad con 900 de desnivel. Ah. Estoy más cansado que al principio. M*erda.

Y en éstas, los del 18, además, seguirían recto o bajando mientras nosotros nos enfrentamos a un breve repecho para acordarnos de lo que nos duelen las piernas tras tanto tiempo de bajada. El repecho es ridículo, lo bajamos y avituallamiento de agua. En el anterior vimos que el isotónico no era muy allá...así que rellenamos agua y nos beberemos otra botella de trago. Y con eso nos vamos a por el segundo ascenso del día: La Rápita. La que está a casi 1100 metros sobre el nivel del mar. Ah...y nosotros estamos ahora mismo a 572. M****a. 

La de 18 era una muy buena opción. Y salía a las nueve. Ays.

Total, que empezamos la subida a La Rápita. Como suena a que esto se hará muy largo, decidimos ir en compañía de un par más. Cerramos grupo con la única intención de subir desahogado. A ver, bueno, ahogado pero no mucho. Súper no vamos...así que vamos a salvar esto para después, si se puede, empezar a correr. Esto es Espadán puro y duro. Los kilómetros de 15', 14' y 12' consecutivamente lo atestiguan. A mitad de subida, cuando empezamos a oír voces por detrás...pasamos de modo desahogado a ahogado nuevamente...lo de tener una táctica y seguirla...como que no es para mí. 

Coronamos La Rápita casi en el kilómetro 16. Tramo de bajada bastante técnico e inclinado. Creo que me falta soltura. Y me sobra inocencia. Pensaba que ya era todo bajada. Igual el desnivel está mal medido... Aunque llevemos 1200 positivos. Quedan 9 kilómetros y 300 metros por ahí de repechos. Pero antes, avituallamiento. Y justo después, primer repechaco. A las vistas espectaculares y al dolor de piernas se le une un nuevo invitado: el calor. Aún estamos en invierno, recuerden. Ejem. 

Kilómetro 17. Cuesta. Kilómetro 18. Más para arriba. ¿Y lo duro era La Rápita?..se empieza a bajar. Kilómetro 19. No termina de ser todo bajada y, lo que es peor, en cada tramo de subida, nos quedamos literalmente pegados. Kilómetro 20. Más de lo mismo. Kilómetro 21. No hago más que quejarme (novedad!!) que apenas se baja...y estamos a 400 metros menos de altura que hace cuatro kilómetros. Cruzamos la carretera. Repechaco de la carretera. Kilómetro 22. Senda, pista...no termina de ser bajada. Se ve, por fin, el Castillo. Ubico, por tanto, la Vall. Está ahí, ahí abajo. Seguimos llaneando. O incluso subiendo...aunque sea levemente. Kilómetro 23. Parece que se inicia la última bajada. Se ve el pueblo. Lo veo. Está ahí. Cada curva a la derecha nos aleja de él. ¿Vall? ¿Dónde estás?...no te veo. Kilómetro 23,5. Me echo a llorar. Kilómetro 24. Tras una senda de bajada (yo tampoco me lo creo) llegamos a la Vall. A la izquierda está la meta. Giramos a la derecha.

Cada giro a la derecha es un puñal en el corazón.  Creo que me he pasado de poético. Cada giro a la derecha es una p*tada. Ahora sí, mejor. La meta está a mi espalda, cada vez más lejos. Espero girar algún día a la izquierda. Y más después de esas escaleras. Y de ese paso por los bajos de un edificio...caramba, mis lloros han surtido efecto: aparecemos en la calle que tantas veces transitamos esta mañana. En efecto, justo antes del repecho. Por dignidad, vamos a meta sin pararnos.

Y parece que vamos a llegar a meta sin ningún episodio esperpéntico más. No, perdona, queda uno. Hay que mencionarle porque se lo merece: a quince metros de meta uno me adelanta. Muy bien. Ahí te reviente el corazón por pegarte ese calentón, me parece genial que lo hagas...pero so inútil, no te pares delante de golpe porque haya otro de la de 18 entrando a meta y quieras salir solo en la foto. El postureo -y su tontería- en su máxima expresión.

En fin, que no sé ni qué tiempo he hecho pero que la experiencia de esta carrera es muy satisfactoria  -además, no he empujado al que se paró delante- en todos los sentidos:

Vista: qué te voy a contar: Espadán puro y duro

Olfato: Atravesamos dos carreteras, un poquito de hormigón y el caso urbano de la Vall. Salvo eso, todo lo demás es monte puro. Respira.

Oído: Y oye.

Tacto: No solo para agarrarte a la cadena y hacer tapón...también hay que palpar los pinos o alcornoques para agarrarse a ellos...joer, menudas bajadas.

Gusto: Misteriosamente lo dejo para el final: Menudo avituallamiento en meta. Cocas, embutido, bebida (claro, que si no hace bola) y...jabalí.

En el tacto también podíamos haber puesto la sensación de subir a cuatro patas los últimos repechos pero, mira, mejor no lo hacemos.

El perfil es éste:

Y el cabr*n del Belmin, ha decidido hacer sexto. ¿Qué es eso? Pues que cuando el menda estaba por ahí arriba, a mil metros de altura...el ya estaba en meta. Un crack corriendo y un crack cuando no corre.

Y eso, carrera plenamente recomendable. Es dura, sí, y desde La Rápita...se te puede llegar a hacer inacabable como lo hayas dado todo allí...pero, en la otra parte, es terriblemente espectacular: el cresteo inicial, la misma subida a Rápita, el barranco del once...Avituallamientos aceptables (les pongo matrícula si el isotónico estuviera ya hecho...aunque fuera el del Consum...a los de sobre no les termino de pillar la gracia), muy bien marcada y tour turístico por la localidad si no estás muy avispado a la hora de aparcar. Y, si lo haces bien, pues la ruta te la haces en el último kilómetro. Bolsa con camiseta, buff y miel.

Y, por supuesto, lo más importante de todo: la simpatía y el saber hacer de todos los voluntarios que, en vez de hacerte sentir en una carrera, te hacían sentir como en casa.

Así que...no habrá que perderle el rastro a esta carrera para próximas ediciones.

sábado, 2 de marzo de 2019

Hoy esprintamos para hacer el ridículo en...Corbera!!

Cuenta la leyenda que, en lo alto del Cavall Bernat, hace 500 años, una moza esperaba a ser rescatada. El nombre de esta mujer nunca se supo y la causa por la que estaba en la cima tampoco. Tampoco se sabía si  quería abandonar tan abrupto lugar pese a que el wifi no es que fuera muy allá, que se diga.

Conocedor de la situación, el hidalgo joselillo, decidió que había que poner remedio y preguntarle el motivo por el que estaba en tan inhóspito lugar y se dirigió rumbo a la cima. Se guió de su sentido de la orientación y de unos carteles puestos en lugares estratégicos en los que ponía moza y una flecha. Y deducía que era por ahí.

De repente, lo que era una senda transitable se convertía en tramos de trepadas y ahí, nuestro héroe, se quedó pensativo en una piedra mientras observaba que los postes indicaban directamente al cielo. Parece que el camino, por tanto, cogía algo de pendiente. Y a nuestro personaje pues le daba miedecito esa situación en las que se tenía que desenvolver con las manos. Bueno...la leche que se daría por un mal paso también le daba reparo.

La chica, observándole desde lo alto, inició el diálogo:

- ¿Qué haces loco?

- Pues nada, ya ves, que venía de la villa de Corbera a hacerte una preguntilla pero he visto esta piedra tan bonita y agradable al tacto y he decidido quedarme aquí, abrazándola.

- Va, sube, que hay unas vistas de narices y, si apuras la vista, ves un poquito de la Batalla de Lepanto.

- Es que me da miedo, jo! -le contestó joselillo agarrado a la piedra cada vez con más fuerza.

La chica empezaba a mosquearse por la actitud del chaval.

- Venga, que como se enteren que estás por ahí, serás presa de los buitres o, peor aún, del Señor de Vinicius, que es un amante de la caza con flecha.

- Si es el chico ese de la puntería rara, creo que no me da ni con una bomba atómica

- ¿Bomba qué?

- Nada, perdona, me he liado.

- ¿Subes o qué?...que empieza el programa de Jordi Hurtado

- No, no, tengo vertiguito...mejor me bajo yo eh, que la pregunta no era tan vital y le digo a la gente que estás bien y que no necesitas nada.

Y la historia quedó así, joselillo se bajó por donde había subido y el Cavall Bernat quedó asociado a esa historia que me acabo de inventar.

Recreación del hidalgo con su colega bombón porque, como sabrás, no había cámaras entonces. Bueno, ahora tampoco es que haya muchas...



Total, que eso, que cinco siglos después, en 2018, en la primera edición del Trail Serra de Corbera -vamos, que esto ya son hechos reales-, el menda, en los inicios de la subida a la parte más técnica del Cavall Bernat se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos. Miedo, pánico, pavor...la sensación de quedarse bloqueado en una subida desconocida le echó para atrás. Y de eso se sacó una valiosa lección: no te apuntes a la larga de Corbera.

Y aprendimos tanto la lección que nos apuntamos a la corta, la sprint, la de ocho kilómetros -que acabaron siendo casi diez- en 2019. Además, este año, la organización también perfeccionó la salida e hizo que los de la larga salieran a las 8.30 y nosotros a las nueve. Mejor. Acierto.

Lo bueno de un sprint es que la crónica es más breve. Osana en el cielo. Además, de los casi diez kilómetros, los dos primeros eran de asfalto. Nos desenvolvimos en unos dignos 4'40'' (sin Juan Luis Guerra) así que, cuando llegó la primera subida, cogimos el tapón de los que corren a 4'40''. Obvio.

Juraría que dimos la vuelta al Castillo -realmente solo mirábamos los pies al de delante- porque la intención original era, en un alarde de optimismo desmesurado, la de hacerla toda correteando. A ver, iluminado, la distancia será más corta pero la montaña de Corbera es todo menos trotable. Y, para muestra, pues eso, los primeros cien metros. Y los segundos, si me apuras.

Lección aprendida.

Y si los dos primeros kilómetros iban a 4'40'', el tercero se nos fue a más de doce. Había tramos de subida y tramos de subebaja, pero eso, se nos fue de madre el kilómetro. Después, una bajada por senda que nos enseñaba una cosa...qué difícil iba a ser adelantar. Y más cuando, tras la bajada de senda, le siguieron 200 metros de hormigón y un nuevo repecho y, después, una senda estrecha con un poquito de terraplén al lado...vamos, que o pedías paso y se apartaba directamente quien nos precediera o difícil.

Entonces esa senda dio paso a otro tramo de asfalto y unas escaleras...por lo menos eran anchas, aprovechamos. Avituallamiento. Nos lo saltamos y un rampón de cemento. Oye, pues lo hemos subido todo al trote (gracias por hacer la ola) luego otro tramo de senda llana sin fijarnos que, si nos vamos medio metro a la derecha, nos vamos al campo de abajo. Esas cosas, de verdad, mejor no pensarlas. Un poquito de senda para abajo hasta que pasa a ser para arriba. Oh, oh. La primera subida seria del año pasado. 

Eso sí, sin tapón. Así que vamos subiendo y, si se puede, adelantamos un poquito. En un kilómetro se salvan 220 positivos...vamos, que no es muy corredor. Después, una bajada técnica y la subida más bonita de todas, pues vas por la ladera de la montaña, en un paso que hay en la misma piedra eso sí, echado hacia la izquierda porque a la derecha, para variar, bueno, no miré a dónde llegaba...lo vi innecesario ya tú sabe.

Pues nos plantamos en la hora y casi siete kilómetros y, una vez ahí, realmente piensas que la carrera es más larga de los 8800 metros indicados...pero bastante más. Entonces te ponen una bajada bastante técnica en la que te ventilas casi todo el desnivel y luego unos tramos de pista y asfalto que hacen que, en apenas dos kilómetros, estés a la entrada de Corbera.

[Inciso

Pastor Llopis nos saca de esta forma...que parece que realmente estábamos corriendo


Fin inciso...y casi casi de la carrera]

Pues eso, que la pista nos dejaba a la entrada de Corbera, entonces un poquito de callejeo, un tramo entre naranjos y salimos a la carretera cuyo carril bici nos lleva al polideportivo. Entramos con una zancada digna en algo menos de hora y veinte tras 9700 metros...solo a 25' del primero. 

Casi nada :)

El perfil es éste:


Y, bueno, las sensaciones de este año son mucho mejores que las del anterior. En Corbera, con la sprint, ya vamos bien. Carrera bien marcada, buena bolsa, recorrido bonito -y a ratos duro-...vamos, que es sprint por la distancia porque para nada se puede considerar como una carrera de iniciación pues las bajadas tienen su miga -sobretodo la última- y las subidas tienen su pendiente. Bonita forma de pasar la mañana del sábado. Además, en meta, había bocadillo de longanizas de esos que luego hacen que te sientas mal, te cambies, y te vuelvas al monte a dar otra vueltecilla buscando los caminos por los que hace 500 años, el hidalguillo mierdas ése no supo llegar arriba.

domingo, 24 de febrero de 2019

Hoy hacemos el ridículo en...Moixent!!

Y tras Azuébar probamos fisio nuevo. La primera visita estuvo bien, nos dijo que había que eliminar la leche de vaca, los procesados y los dulces. Hay buenos inicios y luego está esto.  Para mí, accionista de Nutella y cualquier marca de flanes que conozcas...pues eso, así me sentí.

La segunda visita fue aún más rompedora: la lesión será lo que sea pero no una bursitis. El hecho que, en dicha zona, no exista ninguna bursa puede ser un motivo para que el diagnóstico inicial fuera algo equivocado. Adiós, por tanto, a lo de "tengo una bursitis retroaquílea"...dios, qué manera de ligar pronunciando únicamente esas cuatro palabras...en fin. 

Si lo hubiera sabido en mis tiempos de Woody, ays.

Lo siguiente era poner algo de remedio...y ahí entró en juego el podólogo. En efecto, plantillas nuevas. De momento el resultado es ligeramente optimista. Antes corría y cojeaba hasta el jueves o el viernes. Ahora solo lo hago el lunes.

Poco a poco, pues.

Tocaba, por tanto, volver a correr. Y elegimos Moixent al poco de abrirse las inscripciones. También elegimos, la semana anterior, Castelló del Rugat. Una carrera maja, con pocos kilómetros (15), poco desnivel (+700) y poca gente (unos 35 -70000 según Ciudadanos-)...tan poca gente que la carrera se suspendió. Buen ojo.

En Moixent, por tanto, debutaríamos. ¿Qué podía pasar aquí? Pues que tras meses sin caer una gota, los pronósticos hablaran de lluvia -poca- durante toda la mañana. Excelente ojo. No descartamos que, en la próxima, haya riesgo de que algún futbolista pague sus impuestos o algo así.

Pequeño atasco a la hora de entregar los dorsales. Imagino que sería por esa posibilidad de lluvia...pero vamos, se nos fue un tiempo allí. Yolanda y Javi también disfrutaron de la cola. Es finales de febrero...hay que empezar a calentar motores no solo por estar en forma y tal, si no por ese invento infernal con nombre de ultratumba: altímetre. Que si quedas el 20 no te dan nada...ya ves.

Total, que a las 8.35 salimos con el dorsal -y una camiseta técnica que ha de quedarme como un guante y unos calcetines que obviamente espero que no me queden como otro-...pero vamos, con el tiempo tan justo que nos olvidamos de buscar un baño con vistas. Encontramos un bar sin vistas. Casi.

Así que a las 8.45 aparecía por el coche. Solo me había dejado la ventanilla bajada. Para un día que daban lluvia tampoco está mal. Toca cambiarse rápido con la sensación que algo se olvidaría y al lío. 

Nos da tiempo para posar para la foto 


Y para nombrar a Manolo como corredor más guay del CXM -sin dorsal, ejem- más que nada porque dice que me ve más delgado. Y ya, con eso, me gana la gente.

De las conclusiones que sacamos de la foto, ahí, entrelíneas es que, cuando nos demos la vuelta para tomar la salida, muy bien colocados...como que no vamos a estar y en Moixent, la salida es bastante importante hacerla lo más seria que puedas porque si no, el tapón te lo comes desde la primera pisada de la senda. Y, como era de esperar, así fue. Tapón con patatas.

Lo que no me esperaba era encontrar a Manoli. Que la tía es una campeona y tal e hizo algo que, si le hubiéramos echado huevos, también habríamos hecho unos cuantos...subir andando la rampa de hormigón ésa pero nada, el orgullo nos va a matar..."hagamosla toda corriendo, que todo el mundo la hace así".

Ahg ahg ahg. Mecagontó. Total, el premio de hacerla corriendo es...el tapón de la senda así que. Bueno, había tramos bastante trotables que hicimos andando...No me entra en la cabeza que la gente suba la rampa ésa de hormigón corriendo y luego camine ahí. Ays

Soltamos un par de chascarrillos -he desarrollado algo de vocabulario pedante- e intentamos trotar cuando se puede. Mientras tanto, Manoli  y unos cuantos inventan una senda nueva y si antes tenías 200 delante...ahora tienes 230. Eso es lo mejor para deshacer un tapón, sí, que los que vayan detrás pasen a ir delante. De lógica aplastante.

Al año o así se puede empezar a trotar. Ayuda, además, que la senda sea un poco más ancha así que, por fin, nos ponemos al lío La tontería, de todos modos, se irá rápido. A los problemas sabidos de dolores en los talones/tendones/bursasimaginarias se le une uno ya conocido...el gemelo. Y es que roza lo deprimente el que, una vez acabada la primera subida, en un tramo de pista ese musculito te dé un aviso de "si te pasas, te hago parar".

Así que ese tramo de pista lo hicimos tranquilito -a ver, que tampoco es que fuera a ponerme a 3'40''- esperando que el gemelo nos permitiera seguir...así que es un alivio que la pista se convierta en ascenso. Ponemos la reductora y trotamos. Todos caminan por ahí, así que cogemos algo de moral. Y a Manoli. Da ánimos...que le meta una hora dice. Y no se para. Si no se para ella es incongruente con lo que acaba de decir.

Mientras, el ascenso sigue pero ahora ya por senda. Merece la pena deleitarse un poco con las vistas. Ahí abajo, a la izquierda está Moixent. Ahí abajo, a la izquierda, a tomar por saco, he aparcado. Cielo nublado pero nada de humedad...mejor, piedras secas. Y al frente, unas antenas. Bien. Las antenas están siempre arriba. En efecto, coronamos, sendereamos y...maldición, volvemos a la pista. Simplemente trotar. 

Pese a no poder correr en los tramos pisteros con algo más de elegancia -y velocidad, para qué engañarnos-...la sensación es que la carera que estamos haciendo es bastante aceptable hasta que..."jose, corre, que me tienes que sacar una hora". Madre de Dios -fui a un cole de curas, me sé la respuesta-...si una vez le pasamos, seguimos corriendo y corriendo...¿cómo leches me vuelve a tener a tiro?...así que, el tramito de ascenso del Remongil lo haremos, hasta que el corazón pida clemencia, trotando. Se deja de oír por un momento la vocecita de marras. 

Lo bueno del trail Moixent es que, cuando llevas nueve kilómetros, ves ahí abajo un lago. Y que, en apenas, dos kilómetros, lo has rodeado y ya estás subiendo el siguiente repechaco...lo que implica que la bajada ha de tener algo de complejidad. En efecto, pillaremos un nuevo tapón en el tramo más técnico. No lo recordaba. Vale. Tras verme bajar, no tengo la vergüenza de girarme a ver cómo de grande es el tapón que he generado yo. Ejem. Lalalala. Ay, la técnica nunca fue una de mis virtudes...

En fin, avituallamiento, la vuelta al lago y otra vez la sub-23 animando...ahora ya ha cambiado el discurso, "jose que te cojo"...y esta vez sí, ni pensamientos de buena carrera ni leches...fijo que me coge.

La segunda subida es dura. Un kilómetro con 200 metros de desnivel. Bueno, pensado fríamente...tampoco es tan dura. Pero eso, tampoco estamos para muchas demostraciones, así que la subiremos a ritmo. A ritmo del que llevamos delante. Ni la más mínima intención de pasarle. ¿Para qué? ¿para cagarla?. Por lo menos, a la chiquilla ya no se le oye. Eso sí, con la seguridad que callada no estará.

Bajada técnica por la pendiente y la tierra suelta...andaremos con ojo de no resbalarnos (menuda novedad he puesto, creo que me han convalidado segundo de lógica tras esto), después, un poco de pista con avituallamiento no homologado (chorizo y vino de botella) del que prescindiremos...otro par de kilómetros de pista para correr -pasamos por las dos horas con algo más de 14 kilómetros y medio...con lo que igual es posible acercarnos a las tres-, avituallamiento y última subida.

Bueno, última subidota, luego queda la torre Mora pero imagina cómo es el resto para que eso sea un simple último repecho. Y reconozco que no me acordaba de esta subida. El primer tramo lo haremos medio aceptablemente pero a mitad de ascenso se encendió una luz roja. ¿Nos atacan los rusos?. No, no, otro tipo de luz roja. Pasamos de tener calor a frío, de un ritmo decente a unnopuedoconloswevos...creo que hay que empezar a modificar las salidas y poner el subidón al final...porque aquí quedan poco más de cuatro kilómetros y las sensaciones empiezan a ser bastante malas.

Y los números están para eso, para corroborarlo. Kilómetro de 17 minutos. Complicado lo de bajar de tres horas. Cresteo. Kilómetro de 15 minutos. Vamos a ver si bajamos de cuatro horas. Y ya, por fin, porque estamos en Moixent y la montaña se acaba...toca bajar. Más pendiente y piedra suelta...paciencia. El gemelo, por lo menos, lleva un rato sin dar la lata. Se llama pena. Le he dado pena a un p*to gemelo. 

Estoy intentando recordar una subida así de lamentable en tiempos recientes y...bueno, la verdad es que no me tengo que ir muy lejos, enero, subida a Calar Alto. Esto es un off-topic, pero como es mi blog y no lo lee nadie...oye, pues lo pongo.


Encima en el día del club...Miquel me echa en cerocoma.

Volvamos a la carrera (y sí, dejad de preguntaros si lo subí en bici...lo subí en bici...más que nada porque no sabía si había sitio ahí arriba para aparcar, pero ahora que ya lo sé...) y al estado tan deprimente el el que iba. Ah, sí, ya habíamos bajado la Atalaia...ahora solo quedaba un ligero repecho con avituallamiento de agua en el que hubo que parar (había que hablar con los chavales, claro claro) y el repecho de la torre Mora. Son cuatro minutos andando. No hay que volverse loco con quien va delante...-porque no lo vas a pillar- ni con quien va detrás -porque te va a pillar- así que eso, torre Mora conquistada y bajada algo rara, pues hay unos miniescalones que son tan mini que hace que busques lo que queda de senda a los lados....muy triste esa manera mía de trazar.

Después ya, entramos en Moixent, unos metros de asfalto y un apretón de manos con Carlos acompañado de un "cada año lo hago peor"...

Alejandro (ALV fotografía) lo inmortaliza tal que así...



El perfil es éste...



Y ahí, donde pone 16...de ahí hasta el final me sobraba todo :)

Impresiones: únicamente dos peros. 

a) la entrega de dorsales. La amenaza de lluvia habrá llevado a hacerla en un sitio cerrado, pero creo que hay que poner dos -o tres- personas a entregar para hacerlo algo más fluido.

b) Este pero es complicado porque la primera senda, muy corredora ella, está muy cerca de la salida y se hace tapón. Digo que es complicado porque las formas para evitarlas suele ser a) meter más asfalto -mis gemelos empiezan a hacer la ola- o b) quitar esa senda de inicio

Por lo demás, la carrera es de notable superalto: el recorrido es una verdadera pasada, alternando tramos técnicos con pistas y mucho cresteo (esa sensación de coronar y no bajar...ahggggg), sin dejar de lado las vistas,  dos avituallamientos serios -antes de la segunda y tercera subida- y unos pocos más de agua. Avituallamiento en meta de nota con bocadillo de embutido incluido. Bolsa de buena calidad, de plástico, pero se nota resistente...y con camiseta técnica y calcetines Kamuabu y, bueno, por último, unos voluntarios de once. 

Y estas cosas hacen que el último fin de semana de febrero, pues se reserve para cosas así.