miércoles, 29 de noviembre de 2017

Maratón de Montaña de la Marina Alta: doce años después...

"Cariño, me voy a por tabaco"...y volvimos doce años después. Nada, que no encontraba las llaves.

Gata de Gorgos. 3 de abril de 2005. Hacía sol. O por lo menos no era un día de perros. Pequeños recuerdos. Una cuesta de la muerte que se veía desde la autopista. Una interesante potada negra -ea, nadie dijo que todo fuera a ser bonito-. Un muchacho de aire jovial que te adelantaba con unas zapatillas de asfalto. La libretita en la que apunto las carreras indica que tardé poco más de cinco horas. Yo tampoco me lo creo. A lo mejor hice la mitad, no sé...

Gata de Gorgos. 27 de noviembre de 2017. Doce años después, las cosas apenas han cambiado. El Barça sigue siendo el mejor. Gata sigue siendo atravesada por una maldita nacional. Y no es que haga sol, es que no llueve desde aquella vez que llovió. Igual fue 2005 también. Ah, el muchacho de las zapatillas de asfalto ahora tiene unas de monte pero sigue corriendo como un tiro. Que si por debajo de las tres horas en Valencia. Que si en la víspera se hace un diezmil por debajo de 40. Que se queja un poco de piernas cargadas...nenaza. Incombustible Javi Muñoz.

Y en primera línea salió. Y en meta le vi. ¿Yo? hecho polvo. ¿Él? Pues como si no hubiera corrido. Y así podemos estar otros doce años más. O veinticuatro. 

Por lo menos soy más alto.

Fin del consuelo.

Inicio de la crónica. 

Tras la explosión sin vísceras de Montanejos, había ganas de monte y ya no te digo de acabar un poco más decentemente. Porque peor es complicado, obvio. Así que iniciamos una fase intensiva de entrenamiento. Esto es, salimos un par de horas los domingos y ya. Y con eso y una frase en el reglamento se nos hicieron los ojos chiribitas y para allá que nos apuntamos: ¿Cerveza gratis?, ¿escaleras mecánicas?, ¿cierran telecinco?...no, mejor que eso, la frase era "nueve horas y media de tiempo límite"

Igual me he pasado con las expectativas, pero un poco solo.

Menos mal que no puse lo de la Schiffer.

Apuntarse uno fuera de hora, conlleva el que te quedes sin camiseta. Lo asumimos. Así que, al recoger el dorsal, no habrá sorpresas. Ni bolsa. Dorsal e imperdibles. Y ya. A ver la zona de salida y meta.

Despertador a las seis. Un sueño que te c*gas. Literal. Jiji. De agradecer eso de dejar las llaves de la habitación y te permitan volver a la media hora. Lalala. Miradas al techo. Silbidos. Tres kilos menos.  Suspiros de alivio. Protocolo antigases creo que se activa unos minutos. Yo me voy a la salida que no sé de qué me hablan. 

91 inscritos. Javi Muñoz en primera línea. El menda, en tercera. Dan la salida y el primer kilómetro es hormigón por el paseo que bordea el barranco. Muy corrible. Las molestias del tendón siguen ahí. Me las quedo para siempre. Pero lo remarco. Hay que dar toques épicos a la historia. Y dramáticos también. Así que, las terribles molestias del tendón apenas le permiten trotar. Chapeau. Y, no solo eso, si no que salimos airosos de este primer tramo. En efecto, no vamos los últimos. Flamenca del whatsapp por tres.

Atravesamos el barranco y empezamos a subir. Una subida trotable pero con ese punto de pendiente que hace que trotes y te ahogues. Ese punto de pendiente que hace que, si trotas, no pillas a nadie. En cambio, si caminas,  entonces te pasan ocho. Sí. Y te pasan. El 10% del pelotón. Alternamos trotes y pateos hasta que llega el primer avituallamiento. Estamos en el tres y aquí la pendiente va a aumentar. Se deja de correr. Se dejan los chistes. Bienvenidos a Gata. 

Vamos cogiendo pendiente. Empieza la subida a Serrellars. No es bosque frondoso, lo que nos permite ver por dónde se sube. Ah, pues se llega alto. Ah, pues al primero no le pillo. Ni al segundo. Por si habían dudas. Pese a ser noventa en la salida, lo curioso es que estamos en un grupo de ocho subiendo y, por detrás, a unos metros se aproxima otro grupo igual de numeroso. De todos modos, no nos agobiamos...acabamos de empezar.

Y tras la primera subida, vino la primera bajada. Dejamos de ver Gata. Dejamos de ver la horrible montaña infestada de adosados. Tiene que ser la leche eso de contar que te has comprado un adosado en la montaña y estás rodeado de más gente que se ha comprado un adosado en la montaña. Envidiable. El promotor se tiene que estar riendo todavía. 

Volvamos al lío. Coronamos. Bajamos. Y, rápidamente, subimos otra vez. Rápidamente porque la subida vuelve de sopetón, no vayamos a creer cosas que no son...Por cierto, se produce la fusión de los dos grupos. Unos quince/dieciséis. Casi nada. Una sexta parte de los inscritos estamos ahí, juntitos, apretaditos. Nos estiraremos un poco en la bajada a la autopista. Un tramo ligeramente peligroso para la gente con algo de vértigo o simplemente cagada como el que escribe. 


Uno, dos, tres, cuatro...quince y dieciséis. No hay fotografía que inmortalice el pelotón, pero esto es lo más parecido.

Ya lo sé que hay solo quince :).

Y una vez abajo, segundo avituallamiento -que, al parar, hace que se vayan trece de golpe- y túnel bajo la autopista. ¿Recuerdas en 2005 con la subida aquella tras la autopista?...pues parece que es un principio básico de Gata: si bajas a la autopista, agárrate los machos, que la subida es de aupa. Y así será la subida al Tossal de Llecinta. Una pared inicial y luego algo más caminable/trotable. Hay que reconocer que la subida de hace doce años me dio más miedo que ésta. 

Y, otra vez, nos pusimos a bajar. Como un Alavés de la vida. Y esta bajada me sonaba. Esta vez sí. Descendíamos a la autopista nuevamente por donde subimos en 2005. Daba miedecito pero, no sé, la imaginaba mucho más terrible. Al final resultará que soy un poco exagerado y todo.

En esta bajada, volveremos a enganchar a un grupo de 6 o 7. Se acerca un tramo llano y puede venir bien. Otro avituallamiento. Hay jamón con jamonero. Y luego un barranco. No tiene casi piedras. Lo que hay que agradecer, aunque los agricultores de la zona discrepen algo, es que el terreno esté seco. El grupo va a su marcha y yo les sigo a unos metros. Entonces, se equivocan de camino. Jose va a su marcha y el grupo le sigue a unos metros. 

Y, de repente, abandonamos el barranco y enfilamos el tercer ascenso de la jornada: la Solana Lliber. En esta subida, lo duro es la parte inicial por el desnivel y por el tipo de terreno: la clásica senda de piedras afiladas que complican bastante el correr. Bueno, ya te imaginas, si la primera subida ya se hacía andando, vamos a andar ahora con exquisiteces de "como el terreno no es chachi, pues no se puede correr". Eso sí, superada esta primera parte, le seguirá un tramo ascendente corrible en algunos tramos. Por otra parte, el grupo de atrás, poco a poco, va dejando de oírse.

Tras quince kilómetros, por fin estamos solos. Si vas buscando tranquilidad y tu propio ritmo, verte embotellado en mitad de un grupo de quince pues igual no es la mejor opción. Ahora sí, se trota, camina...a tu gusto. Añade, además, otro avituallamiento con plátanos partidos en transversal. Como la Diana comiéndose los ratoncitos en V. Si has nacido en los noventa, ni te molestes en intentar entenderlo.

Y empieza lo serio. Empieza la subida al Tossal Gran. Esta a subida, a diferencia de la anterior, tiene tres tramos bastante diferenciados: uno duro al principio, luego menos duro, después otra vez duro y, ya, para acabar, el de hacer eses. Media hora de bicharraco para subir algo más de cuatrocientos positivos. Y, pese a que parezca lo contrario, subimos a buen ritmo, cogiendo alguno que otro. Ya estamos en el kilómetro 20 y hemos superado las tres horas de carrera. 


Y lo celebramos posando. Las vistas lo merecen. Ahí detrás, el peñón de Ifach. Enfrente mismo, el Castell d'Aixa. Tiene truco.

Y claro que tiene truco. Bajamos y nos encontramos a un voluntario. De la montaña de enfrente, bajan corredores. No hace falta tener convalidado tercero de CSI para saber que por ahí bajamos. Lo único que necesitamos saber es en qué momento empezamos a subir. De momento, la senda baja. Y baja. Y baja. Y nos alejamos del peñasco. Y la senda se convierte en asfalto. Y seguimos bajando. Y el montañón pasa a verse inmenso. Y tú, ahí abajo, diminuto del todo.

Por si acaso...seguimos bajando. Y llegamos a un avituallamiento. Y no tiene Coca Cola. Rompo a llorar. Se sube por ahí. Ah, pues algo de pendiente sí que tiene este tramo inicial. Pasos pequeños y cogerse a las ramas. No incrustárselas en la cabeza. Nos ha llevado unos años, pero ya hemos aprendido. Superado este tramo inicial, un tramito llano y, otra vez, a subir. Mucha pendiente y luego se suaviza algo. Arriba, nuevamente, vistas espectaculares. El Castillo...pues con no muchas puertas o ventanas, entra demasiado el aire.



Y la bajada hasta el voluntario es algo técnica. Podemos decir que este bucle nos ha llevado unos 45 minutos. Vamos camino de los 26 y estamos un poco por encima de las cuatro horas. El objetivo, por cierto, es intentar bajar de las 7 horas. Una media de diez minutos el kilómetro. De momento, por poco, lo cumplimos. 

A continuación, un tramo descendente con algún tramo complicado y otro avituallamiento. Y ahora llega la fase con más miedo de la carrera. Y es que, hasta este momento, en todas las subidas intuías por dónde iba el camino. Pero, en ésta, el último ascenso serio, el de la Lloma Gran, simplemente ves que la senda se adentra pero no sabes si has de subir la montaña de la derecha, que da miedo o la de la izquierda, que da pánico. 

Una personita por ahí, la primera fémina por allí...vale, subimos la montaña de la derecha. De hecho, una vez la senda abandona la espesa vegetación, en dos minutos se acaba el ascenso. A continuación, un tramo de falso llano en la que correremos más por amor propio que por fuerzas. Bueno, no, trotamos para acabar antes, ni más ni menos, pero lo otro quedaba más del rollo esfuerzo y superación. En fin, nos juntaremos un grupito de tres y parece que mi ritmo cansino les va bien. 

Otro avituallamiento y, en el 32, cogeremos la parte más fea de la carrera. En todos los sitios pasa, es muy normal. Por ejemplo, el Mapoma. ¿Qué tiene de feo el Mapoma?...¿El paso por el Bernabéu, quizás?. Silencio. Silencio tenso. Cambiemos de tema. Volvamos a la carrera. Al kilómetro 32. A esa senda que le llamamos senda por no llamarle campo a través. Casi dos kilómetros de piedras, césped, piedra y césped, saltos... Esa senda hace buena a las piedras del barranco.

¿Piedras del barranco?. Diablo invocado. Merda. 

Cuando acabamos ese tramo, aparecemos nuevamente en el barranco. Con sus piedras. Sus tomateras. Sí, las hay, palabra. Su avituallamiento. Aquí, uno del terceto ve que está fuerte (eso ya lo sabía dos montañas atrás, pero bueno...) y hace marcha. Los otros dos nos quedamos a salvar los muebles. Justo antes de la senda del 32, ya empezaba a aparecer el cansancio. Correr en llano, ufff, insufrible.

Y la pequeña subida del 36, por pista, muy cómoda. Alternaremos el andar con el trotar. Le ofrezco que haga marcha, que me deje tranquilo. Estoy en modo M. O sea, no puedo con los wevos. El chaval, muy amable, dice que no, que agradece el ritmo en la bajada previa y que le da lo mismo tres minutos más o menos. Pues nada. Tendré que esprintarle...

Por fin reconocemos el camino. Esa senda que empezamos a descender es la senda por la que subimos al principio. No pueden quedar más de tres kilómetros. Dos. Nuevamente bajamos al barranco. Eso implica que hay que subir para salir de él. Y una vez sales estás en el tramo homigonado. Y de ahí a meta hay un kilómetro. Y unas escaleras. Y una nueva oferta de abandono. Por fin me hace caso. Se va. No me gusta hacer de lastre/freno/olasdoscosas.

El reloj lo paramos un poquito por encima de las seis horas y media. Doy la enhorabuena a los dos compis del terceto. Unas palabritas con Javi y a descansar un rato. Qué bien sienta una silla después de esto, no me había dado cuenta. Que luego tardes más en levantarte que lo que has estado por los montes es otro tema que trataremos en otra ocasión.

Este es el perfil.

Y de la carrera, pues qué decir. Me gustan todas. Y las carreras también. Y esta...pues también. Muy bien de avituallamientos, de voluntarios, de recorrido (espectacular). Lo único que no me ha gustado ha sido el tramo del 32/33. 

Es de estas carreras en las que te preguntas qué más necesita para ser un carrerón y, salvo unas pocas cintas más en los tramos de barranco, no se me ocurre nada. Ah, sí, un par de personas en Aixa...para que me hagan una foto molona, que luego mi madre no se cree que he subido allí arriba :).

Que me den Gata y me quiten Valencia :)


domingo, 5 de noviembre de 2017

Trail de Montanejos: Hola Anabel!!

Y el viernes 27 Anabel vino y dijo hola. Lo hizo bien. Así, para empezar, tenía ya los dos días de descanso del finde. Por aquel entonces, ya estábamos inscritos para La Vuelta al Charco de Montanejos pero, ahora, además, cabía la posibilidad de recibir una invitación para el bautizo express de la chiquilla para el sábado 4 y, lamentablemente, no poder acudir a la cita.

El lunes miré el buzón y nada. El martes, lo mismo. Así llegamos al jueves donde apareció, por arte de magia, una carta que no era del banco, ni de Hacienda, ni de un un magnate ugandés que me regalaba sus minas de oro y diamantes a cambio de no sé qué...no, la carta sospechosa que vino fue esta...


Todo dulzura, todo amor...pero ni rastro de una citación para el sábado para cualquier cosa. De todos modos, muy orgulloso de ostentar mi liderazgo mundial en la categoría de "tío de sobrinas molonas". Por otra parte, señores, creo que nos toca ir a Montanejos.

Y eso. Tocho va.

¿Truco o trato?, ¿sigue o cierra?. Tan solo adelantar que los acontecimientos que se desarrollarán a continuación no tienen nada que envidiar a cualquier película de terror en la que estés pensando. O actuación de Leticia Sabater, que creo que entran en la misma categoría.

Y el viernes noche aparecimos en Montanejos. Me di cuenta que C no quería que cenara con ellos. Me da igual. Él tampoco me cae bien. Problema resuelto.

Desayuno, vaselina, pomada, coger dorsal, ver a Óscar, felicitar a Óscar, dejar a Óscar que ayude a los verdecitos a que esté todo preparado, coche, vaguear, salir del coche, cargar el ponchino (daban lluvia -ja-), ir a la salida. E ir por propia voluntad, por delante 55 kilómetros, a la salida. Lo normal sería que alguien te cogiera por los pies y te arrastrara allí y tú, intentándolo evitar, dejaras marcas de tus uñitas en todas las esquinas y las paredes...pero no, somos así, vamos a hacer una carrera de 55 queriéndola hacer.

Incluso, cuando te encuentras con tus semejantes, sonríes. Y hasta saludas. Y a algún amiguete de Segorbe que solo hará de los veinte primeros. Un paquete, vamos. Impresionante Julio. 

Y me metí superrápido al corral. Y, entonces, el resto de mis gatos, aparecieron girando la esquina. Es lo que tiene cuando se alojan en el quinto c*ño. En efecto, su balcón daba a la plaza. 

Así que nos dio tiempo para hacernos la foto de salida. 


Si quieres dejar de leer, te adelanto acontecimientos: menos la fuente y la niña, todos llegaron por delante. Sí, hasta el anticenas de C, puahg.

Así que esperamos a que dieran la salida. Por nuestra colocación en la misma, nos hicimos a la idea que lo que ocurrió en 2016, eso de "S, no esperes a C, que tienes ahí a la tercera" no iba a pasar. Solo teníamos las vallas detrás.

Y se dio la salida. A Vicen nos dio para verle como tomaba la primera curva. Y ya. El resto salimos ahí, tranquilamente. M se fue a su marcha. C y S se quedaron disfrutando de ir los últimos y yo, pues haciendo palmas: estos tres kilómetros iniciales tan llanos y corredores es lo que más le mola a mi tendón. Ah, también al gemelo. Se suma a la fiesta. Óscar, mientras tanto, sigue enseñando fotos de Anabel.

Entonces llegó la primera rampa y la carrera se convirtió en una marcha senderista. "Haber corrido más en el llano". Pues eso. Y la primera bajada, se convirtió en una bajada senderista. "Haber subido más rápido". Pues eso. Luego un tramo de pista y primer avituallamiento. Llevamos ya una hora. Cansado no voy mucho. Los entrenes me aseguran que puedo llegar medio decentemente al quince. Y los dolores, pues no van a más. Así que rellenamos el agua y seguimos...

Bajada de senda y, a lo lejos, se oye un grupo de batucada con sus tambores. Vale. Somos nosotros al pasar por un puente de madera. Seguimos bajando hasta que dejamos de hacerlo. Merda. Nos acercamos a "El Chorro". Hoy chorrillo. Apenas nos mojamos. 



Ni que estuviéramos en sequía. Ah, vale, que los informativos solo hablan de Cataluña. Bueno, eso, seguimos. Volvemos a subir. Primero un tramo asfaltado. Una vez corones, ahí, a la izquierda, se desvían los del 15K. Tentador no, lo siguiente. Ea, a la derecha. Lloros. Tierra. Rampón. Presa. Asfalto. Llano. Mi tendón. Más lloros. Llevamos 11 kilómetros. Una quinta parte. No es reconfortante, la verdad. 

Dejamos el asfalto, la pista y cogemos la senda. Iremos rodeando durante un par de kilómetros el Embalse de Arenoso. Un subebaja bastante corrible hasta que, de repente, te alejas un poquito, atraviesas un campo y te encuentras una rampa a la derecha que te hace ver rápidamente que eso...pues no es corrible. Pero es solo una rampa. Después un falso llano y luego ya, sí, la cosa se vuelve a poner seria. En unos dos kilómetros y medio se salvarán casi 300 metros. No es mucho, ya, pero eso, hablamos del kilómetro 16. Fuera, fuerísima de mi zona de confort. 

Pese a todo, subiremos a un ritmo no muy malo. Incluso, en la parte más alta, donde las vistas del embalse son sencillamente espectaculares, nos engancharemos a un grupo para volver a quejarme de lo de la marcha senderista. De los cinco minutos que me tiraré en el avituallamiento no, de eso no diré nada. 


Esa sensación de estar rodeado de montañas y mirar hasta donde la vista alcance y, ahora sí, darte cuenta que tu coche está aparcado detrás de la última cumbre, esa sensación es sencillamente inenarrable.

Tras el avituallamiento, vendrá un tramo de subida bastante trotable donde recuperamos parte del cuarto de hora que nos hemos dejado devorando lo que había por ahí. Tras coronar, entramos en el tramo más insulso de la carrera, cuatro kilómetros de pista ligeramente descendente en los que el tendón, bueno, eso, que está ahí. 

Afortunadamente, se pasa rápido. Volvemos a coger senda...y volvemos a coger tapón. Nos aseguramos llegar a La Monzona decentemente. El avituallamiento aquí es líquido. Y el siguiente está cuatro kilómetros así que...seguimos sin parar. Este tramo es otro continuo subebaja pero con un primer repecho en el que vamos a darnos cuenta de una cosa: no estamos bien.

Pero no de la cabeza, eso ya es irremediable, si no físicamente. Correr es costoso y empiezo a notar las piernas bastante cansadas. Van 27 kilómetros y casi cuatro horas. A Óscar le queda el 34% de batería tan solo. En los tramos llanos me apetece andarlos y los ascendentes, gatearlos. ¿Y si lo dejamos en Puebla de Arenoso con 30 kilómetros dignos y en paz?. Por delante, 25 kilómetros con subidas ahí, allí y a la Maimona.

Mira a  Froome: ¿cuántos años ha ido a la Vuelta y no la ha ganado?...pues yo lo mismo con Montanejos, ya la acabaré algún año y en paz...Es más, que Froome tampoco ha venido a Montanejos, igual tampoco acaba...

Y cuando crees que nada puede ir peor, te das cuenta que te equivocas. Oyes una voz familiar. Oyes a C. Te paras. Miras al cielo. Extiendes los brazos con las palmas hacia arriba: Señor, ¿por qué a mí?.

Me cuenta que S ha sido conservadora (y lista) y que él se ha puesto a correr y tal y cual. Yo le miro atentamente, haciéndole pensar que le escucho pero realmente pienso cómo leches lo ha hecho para no pillar tapones.

Le digo que estoy para todo menos para correr así que...sigue. C se está yendo para delante. Involución completada. Más bajo no puedo caer. Bueno, sí. Puedo tropezarme y caer al embalse, pero me refiero metafóricamente. 

Llegamos a Puebla de Arenoso. Ahí está M esperando. He tenido que ser terrible en una vida anterior, confirmado. No solo eso. Kike Moret hace de speaker y pone el Despacito. No tengo ni idea de cómo torturarán en Guantanamo, pero muy diferente a esto no puede ser.

Por otra parte se confirma que, en los avituallamientos, la Coca Cola es Zero. Que sí, que a mi madre le va muy bien para quitar los chicles de las camisetas pero a mí no me va. En carrera menos. Me parece loable lo de preocuparse por nuestra salud y el tema del azúcar...pero se están ofreciendo chucherías en los mismos avituallamientos. Ni Cocacola ni Aquarius. Esto, junto a la compañía, es la única pega que le encontraré a la carrera. 


Tengo que aguantarles 25 kilómetros y no puedo ni con los huevos. 

Esta frase es de M, de siempre...¿por qué la estoy pronunciando yo?. Es más, 25 kilómetros y los dos primeros hay que salvar otros 300 metros de desnivel. 

Así que, al lío. La subida fue una fiesta, claro. Así que vamos a saltarnos esa media hora. No nos sentamos en ninguna piedra y tampoco vimos a un Megane. Una vez arriba, C, poseído. Se fue. Y yo me quedé con M. O M se quedó conmigo.

Nuestros trotes en los tramos trotables eran cercanos a inexistentes. Tan solo lo hacíamos si la senda era realmente descendente. Era lógico, por tanto, que Ricky viniera desde atrás, viéramos que estaba bien tras su elegante aterrizaje y le diéramos permiso para ir a por C.

Poco a poco llegamos a Los Calpes. Otro poco de agua y a buscar El Morrón. Kilómetro 36. En breve nos ponemos otra vez a subir y, viendo como la gente venía, nos superaba y desaparecía en la lejanía empezamos a hacer cálculos: si C se ha ido en el 33 y quedan 22, si nos saca dos minutos por kilómetro que, a este ritmo es bastante posible porque lo estamos haciendo todo andando...nos saca tres cuartos de hora.

Vamos, como si hubiera puesto urnas. La reacción fue instantánea, aprobamos con carácter de urgencia la "Operación Maquillaje" que consistía no solo en intentar cazar a C, si no, en la medida de lo posible, reducir la distancia a su mínima expresión (es decir, que en vez de 45 minutos, sean 42 ya es un avance)...vamos, que habrá que trotar algo.

De momento, como el tema era serio, lo primero que hicimos fue parar a mear.

Y luego, sí, trotamos. El resto de la subida a El Morrón, por pista, se hizo bastante decentemente (vamos, que no nos pasaron más de diez...más). Avituallamos arriba y nos tiramos para bajo. En esta bajada, hace dos años, un pinchazo en el gemelo me tiró por tierra la carrera. Este año, la venganza fue allí. 

Bajando, fuimos cogiendo gente. Si es que, cuando ponemos en marcha una Operación, le ponemos todo el empeño. Así que, bajando y adelantando, M se quedó ligeramente cortado. Como solo quedaban 12 kilómetros por delante...se me olvidó parar. Yo creo que es Alzheimer y me preocupa, eh.

Y seguimos, seguimos, recuperando posiciones y sensaciones. También vi como Ricky paraba a mear. Fabulosa sensación, sí. Joer. Pues eso, ahí seguíamos y los kilómetros pasaban. Solo quedaba enfrentarnos a la Maimona...poco a poco.

Pero, mientras se seguía en ese tramo rompepiernas, en un giro a la derecha...zas, vacío. Creía que me  quedaría sin fuerzas subiendo la Maimona, pero no 300 metros antes de llegar. Así que, imaginad como fue. Sobretodo ese primer tramo inicial por senda. Y encima se puso a llover. Lo pensaba y lo pienso, me merecía que lloviera y todo lo malo que pudiera pasar en ese preciso momento. 

[interrupción lector]

- "Oye, perdona, que si dices que te mereces que te lloviera...también se mojaría M"

- "Daños colaterales".

[Fin...retomamos crónica]

¿Cómo se puede hacer para pegar dos petadas en 15 kilómetros?...ven, que yo te explico...

Tras ese tramo de senda, le siguió uno de pista. Duro, pero caminable, pero la sensación de ko técnico era irremediable. Y luego, un avituallamiento.  Y vinieron Ricky y M. Y se fueron por delante. Y Ricky se fue. Y M se esperó. Estás que yo le esperaría...Me puso al día de los 312 mensajes del grupo de Whatsapp. Que Vicen había llegado dejando un surco en la senda de la velocidad...pero C todavía no. Si C no llegaba, los tres cuartos de hora no iban a caer porque ya habíamos acabado la subida y nos quedaba el tramo del cambio de nivel (en los carteles marcaba unos 200 metros de barranco...genial la sugerencia de caerse a la derecha) y luego la bajada a meta.

M*erda, a las 15:41 llegaba C. Yo ya no puedo, los tramos ligeramente ascendentes ni se contemplan,  ni con los tramos llanos. Los primeros tres metros de la inercia tras la bajada sí, pero ya. M me dice que ya estamos, que el pueblo está ahí. Ah, vale, entonces así sí. El ritmo es lamentable a la entrada del mismo. La gente no sabe si animarnos u ofrecernos una silla. La silla, malditos :p.

Giro a la derecha, paso de peatones, más bajada, 150 metros, giro a la izquierda, 50 metros. Meta. 8 horas y diez minutos o así. Le he fastidiado a M bajar de ocho horas. Ea, una lástima. Eso le pasa por esperarme.

Qué buenos somos, hemos perdido solo 35' con C. Distancia perfectamente recuperable en la próxima  volta a peu que hagamos.


De hecho, esta imagen, de la salida, demuestra que ya firmábamos entonces el perder esa minucia de tiempo.

También puedes darte cuenta, que en estos piques nunca metemos a Vicen o al chico este de Segorbe que vuelan bajo.

Estoy tan cansado que voy a poner frases sueltas y au.

Y también voy a poner el perfil, para que veáis que fue de verdad:


Y había bocadillo en meta. Y bebidas carbonatadas con azúcar. Y un portal muy majo en la plaza para degustarlo todo. 

Y ver venir a C con sus chanclas de Sablemón con calcetines. Correrá mucho y pasará de mí en las cenas, pero bueno, se le disculpa si tiene ese gusto para combinar prendas. 

La carrera está muy bien marcada, precio normal, el trato al corredor es exquisito (porque se nota cuando los que están detrás son corredores), voluntarios en los avituallamientos muy dispuestos a ayudar, las vistas son espectaculares. ¿Que le ponga un pero? Si acaso la falta de Aquarius o CocaCola pero vamos es como si te viene la Johansson y la pega que le encuentras es que el flequillo no lo tiene bien cortado.

¿Y lo de los kilómetros llanos? Yo ya voy sabiendo que hay 2400 metros en 55 kilómetros...que es bastante corredora.

Agradecer a M que se haya quedado y a C que se haya ido. Toma ya. (seis bailarinas flamencas)