...ni estas zapatillas, ni estos pantalones de correr, ni esta camiseta, ni este forerunner, ni esta muñeca hinch...bueno, perdón, que me voy del hilo.
Llegó una noche de julio. La de un miércoles. Bastante parecida al resto de noches de julio. Solo que en ésta iba a ocurrir un evento histórico y es que iba a salir solo por la noche. Y no me iba a poner ciego. No, ni siquiera un poquito.
Palabra.
Y todas las cosas que necesitaba estaban ahí dentro, en un maleterito de un coche, así que a las 9.30 andaba ya por Serra preparándome frente a la pista que nos lleva a la Font de Deula. El material que llevaba cabía todo en el bolsillo trasero del pantalón excepto la botella de agua. Un miserable botellín de medio litro.
El recorrido no iba a ser muy complicado: subir al Hito y bajar por Mireia. Pero caí al rato largo que estaría bien que, por ahí arriba, no hiciera rasca, porque me iba a calentar con la luz que diera el frontal me parece a mí...
Bueno, eso, mucho rollo para la birria de vuelta que voy a dar. Y tampoco sé si explayarme mucho. Las vistas eran peculiares. Había un porrón de luces donde de día se ve Valencia, otro mogollón siguiendo la línea de playa. Incluso, cuando cogías cierta altura...también había luces donde de normal está Serra.
Vamos, la cosa era más o menos así. Click.
También tiene narices que, para un día que voy a hacer una foto, haya un terremoto de grado 6 y me la mueva.
Bueno, eso, que se salió por Deula con luz natural e iba bastante fino por la senda. Nada nuevo. Si por algo se caracterizan los entrenes que hago en cualquier circunstancia es porque éstos cumplen una premisa fija: la regresión. Vamos, que el primer kilómetro es el más rápido. Y eso es así de aquí a Lima.
Vamos, que de Valencia saldría a 4'15'' y llegando a Lima iría a 8'35'' o así.
Matizo superbién.
Bueno, eso, que cuando empezó a hacer falta la luz del frontal era en la subida a Ermitans. La mirada apenas se levantaba de las piedras y, cuando se hacía, solo se veían las luces ahí abajo y las motas de polvo o tierra o bichos o lo que sea revoloteando a tu alrededor. Qué bonito. Qué agradable sensación.
Normal, vamos por el segundo kilómetro y aún queda fuelle...Los pensamientos son de total libertad. La montaña es así. Pero también tiene sus riesgos. Y eso lo notas cuando, en un arbusto, oyes que un bicho se mueve. Y te planteas cómo será el enfrentamiento: a acertijos, a mariquita el último, un cara a cara con miradas asesinas...Cuando ya estoy pensando en todas las adivinanzas que me sé, noto que el bicho tiene más miedo que yo, con lo cual esos pensamientos de que algo malo pueda pasarte...simplemente se esfuman.
Y en esas nos plantamos en el hito. 32 minutazos. No recuerdo yo cuando había tardado tan poco. Por lo menos desde el lunes. O desde hace cuatro años. A saber. Y paré a recuperar el aire. Y el Belén que no vimos en diciembre...estaba en julio. Esto del cambio climático creo que descolora un poquito...
Y como aún estaba ligeramente ahogado para reprender la marcha, me hice un selfie. Y cuando te hagas una autofoto por la noche con un frontal, melón, acuérdate de apagar la luz porque si no...sale lo que sale.
Muy guapo, sí señor.
Gracias. Gracias.
Y de ahí ya fue coger velocidad para llegar a Mireia. Y en Mireia oí voces y seguí. O sea, que había gente dentro del mirador, a ver...
Y bajé y no me torcí el tobillo ni me caí ni nada.
Miedo me da esta ausencia de torpeza, la verdad.
Bueno, éste es el track...y éste el perfil. Supermegaduro
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