Había opción de una de 17 y otra de 80000. Así que eso, a la intermedia. La de los 4000 positivos. La que salía a las seis desde las Cuevas de Sant Josep. La que te obliga a despertarte a las 4:30 en el hotel con más corredores por metro cuadrado después del de Chamonix ése a finales de agosto.
Dorsal, firma del pliego de responsabilidad (me apunto al TES y, si me muero, es culpa mía) y al coche. Nos ponemos monos. Y frontal. Recuerdo la última vez que lo usé como si fuera ayer. Fue el jueves. Para comprobar que iba. Va. ¿La vez anterior?: No sé, solo que las pilas eran Tudor.
Al acercarnos a la salida, nos dicen de ir entrando a la cueva para dar la salida. Entramos de los primeros. Tiene dos pedrolos bajos para crear "cuidado una cueva" sin ningún problema. Primera cagada. Si entras de los primeros y te vas al final cuando den la salida, saldrás de los últimos y a 200 metros hay una subida fuerte con el consiguiente tapón.
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Recreación de la entrada de la cueva no sujeta a la realidad, pues íbamos con dorsal y con los frontales apagados.
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Recreación de la entrada de la cueva no sujeta a la realidad, pues íbamos con dorsal y con los frontales apagados.
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Y entre que se da la salida, evitas los pedrolos y sales en el vídeo en el segundo 39 de los 48 que dura ya sabes lo que va a pasar. Sí. Con patatas. Te comes el tapón. La subida tiene desnivel y algunos tramos de trepada. Habrá momentos de estar parados. De todos modos, en esta primera subida, salvo alguna mirada para ver como nos alejamos de la Vall, solo me fijaré en los calcetines amarillos y la cosa esa de compresión de sóleos negra del de delante. El primer kilómetro es de 24 minutos. A este ritmo, el martes en meta.
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Si llego a saber que Andrés -Last Race Studio- iba a hacer ese fotón, dejo de correr ya mismo porque todo lo que hiciera a continuación sería estropearlo...
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Si llego a saber que Andrés -Last Race Studio- iba a hacer ese fotón, dejo de correr ya mismo porque todo lo que hiciera a continuación sería estropearlo...
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Afortunadamente, todo se arregla con una leve bajada y se desarregla con la subida final al Pipa. Y peor va a ser la bajada. Sigue siendo de noche aunque ya llevemos una hora de carrera. Seguimos bajando en grupo (más o menos) hasta que llegamos a la zona de la cuerda. Ahí, sin luz ni focos, volvemos a hacer un tramo de descenso especialmente vergonzoso lo que va a hacer que, por arte de magia, ya no bajemos en grupo.
Eso sí, al final del descenso, volvemos a cogerlos y nos encaminamos a cruzar la carretera de Fondeguilla para subir el muro. Es bastante útil, antes de empezar el muro, correr un poquito y recuperar alguna que otra posición porque, pese a subir en procesión, nunca se sabe dónde se va a hacer el corte. Por cierto, ya es de día. Ya veo (Mateo, 6,24).
Ya sé que no es. Chafachistes.
De momento, seguimos en hilera. Esta vez son calcetines naranjas. Demasiada pendiente tiene esto, así que vamos en fila. Cuando se suaviza, empezamos a pasar a alguno que otro. Sigo viendo, eso sí, los calcetines naranjas. El de delante, colega suyo, me dice que me conoce. Le enumero todas las discotecas a las que iba. Me dice que no, que era en Dements o de Mamova...no sé, a una no he ido y a la otra creo que solo fui a llevarme las dos medallas con la M, hace tiempo ya. Seguimos subiendo, pasa ya la segunda hora y va siendo hora de girar a la izquierda y bajar a Fondeguilla.
A diferencia de la vez anterior, con mucha humedad, hoy el día es seco con lo que se baja relativamente cómodo. Eso sí, el ir el último del grupo hace que pase a uno o ninguno bajando. Da igual. Es muy largo esto. Son poco más de las ocho, llevamos casi diez kilómetros...y hemos conseguido bajar un poco la media por kilómetro. Algo más de doce (aunque esos cuatro kilómetros de la primera hora nos va a lastrar ligeramente)
Fondeguilla, avituallamiento y tras unos rampones de asfalto nos vamos a buscar la subida a Cantallops (o eso dice el Strava, que yo esa zona no me la conozco). Vamos en grupo y, por circunstancias, me quedo delante...y arrancamos la moto. Quedan 50 kilómetros y 3000 positivos y pienso lúcidamente que es buen momento para irse en solitario. Bebemos, comemos, vamos tomando sales y subimos la cosa esta relativamente bien. Luego nos encontramos una bajada de pista de 1,5 km en la que mis amadas calcificaciones siguen dando por el c*lo. La verdad es que hoy están molestando bastante desde el inicio.
Aparecemos en una pista de subida -que me suena del primer TES- y que nos conduce a la Nevera. Voy a por un flan, que me ha dado hambre. Soy fácil de sugestionar, asumido. Esta subida tiene menos pendiente. La moto tira menos, pero seguimos cogiendo gente. Sobretodo corremones. Si hay jamón al club más numeroso...creo que tocan a media loncha. Cuando llegamos al tramo divertido, en el que zigzagueas en una ladera desprendida, quien dice que me conoce ahora es un chaval de Xàtiva. Le pregunto si le debo dinero, y espero que diga que no, porque tiene bastones y la caída aquí es bastante seria. Creo que he de cambiar la pregunta, por si acaso. Así que, de cháchara pasamos un rato hasta que dice que me pire, que le estoy aburriendo. Que voy más rápido dice, sin reírse. Es elegante.
Seguimos. Coronamos. Bajamos por pista. Los tendones me duelen mil...pero seguimos. No sé yo si las ondas están haciendo mucho efecto. Pero si la carrera es en sábado, veo las estrellas al trotar. En cambio, si es en domingo y la víspera se ha podido pedalear..como que va mejor. Menudo drama lacrimógeno te he soltado. Te aguantas. Carta de Pablo a los romanos.
También me lo he inventado.
Un poquito de pista, un poquito de senda y nos plantamos en Chóvar. Ahí vemos a Anna que dice que Vicen está por delante. Ya la hemos liado. De todos modos, da igual. La táctica se mantiene fija: trotar en los llanos/bajadas y caminar en las subidas. Repostamos en Chóvar, comemos y al lío. Llevamos poco más de 20 kilómetros y camino de las cuatro horas. Estamos ya por los 12 el kilómetro. La velocidad media de ir paseando por ahí, vamos. Menos por Colón, claro.
Ahora vamos a buscar el punto más alto de la carrera: Penya Blanca. No tendrá nada que ver, pero un saludo al City y su 1-2 en el Bernabéu. Estoooo...que me lío, salimos de Chóvar con la compañía del setabense y hacemos un pacto no escrito: yo me piro subiendo, que él me coge bajando. Así que hago marcha. Aquí la moto tira lo suficiente para no caerse uno de ella. Este tramo de subida dará para coger a un corremón enrampado y a un tío con unos andares que me resultan vagamente conocidos.
"Ya la hemos j*dido". Bonita carta de presentación. Llevamos 25 kilómetros y el tío está como siempre, sonriendo. Bueno, como siempre no está, porque si lo estuviera, ya estaría en Eslida. Así que, molestias aparte, está como siempre. ¿He repetido siempre?. Tampoco es que nos dé para hablar mucho que cómo vas, que pim, que pam...porque yo, bellísima persona y mejor compañero, hago siempre (meeeec) lo mismo que veo a Vicen.
Eso es: intentar descolgarlo.
Igual no soy tan bellísima persona ni tan gran compañero, ahora que me fijo.
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Las vistas desde Penya Blanca creo que debían ser espectaculares.
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Las vistas desde Penya Blanca creo que debían ser espectaculares.
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Así que coronamos Penya Blanca y ahí, a la derecha, está la senda que nos lleva a Cerro Gordo. Pero, oye, un momento...el recorrido nos manda a la izquierda. Hay cintas pero el recorrido nos lleva en la dirección contraria. Y el inicio de la bajada es muy técnica (en dos curvas ya echo de menos la bajada por pista). Y tiene mucha pendiente. Y sigue habiendo cintas...pero yo creo que por ahí no es...que estoy haciendo el recorrido de la UTES al contrario. Me paro. Y estoy a punto de volver sobre mis pasos. Viene uno detrás y le pregunto. El chaval, claro, flipa. En este preciso punto, acabo de desconectar de la carrera.
Todo se arreglará cuando veamos a uno subir por ahí y le pregunto si han pasado corredores. Todos los que van delante me responde. Vale, es por aquí. La senda sigue descendente y aparecemos en el avituallamiento de La Mosquera. Los compis de Sant Joan nos ofrecen su simpatía y una carrera que se celebrará el 24 de mayo. Ahí tengo la excusa de Reus. Pero eso, os digo lo que me han dicho. Ah, van 30,5 kilómetros. Quedan otros tantos.
También nos ofrecen avituallamiento, lo que les hace más majos. Reponemos, bebemos, viene Vicen, el setabense y unos poquitos más. Ha quedado claro que el proceso de desconexión ha venido acompañado de un momento de debilidad física. Bueno y de parar a echar un pis.
Salimos de ahí y subimos por el Barranco de la Falaguera (hay que ver que cuando me documento, me documento). Aquí ya no hay moto ni bici ni patinete, aquí estoy yo y mis circunstancias subiendo por una senda que no tiene mucha complejidad y noto cosas raras. Un estómago cargado: igual la mezcla de pistachos, pasas, sales, agua y cocacola está haciendo mella lo que se traduce en ganas de dejar un recuerdo por ahí...pero no termina de salir. El Garmin marca un kilómetro de 17'. La cuesta no es para tanto. Estoy bordeando el ko.
Me pasan cuatro y ni intención de seguirles.
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Sofía ya predijo cómo acabaría la subida a Cerro Gordo.
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Coronamos, sendeamos y subimos a Cerro Gordo por el rampón. Los cuatro ya son puntos minúsculos. Vicen viene por detrás y se va. Le digo que estoy más fuera que dentro y que haga marcha. Tras coronar de aquella manera el Cerro, nos tiramos para abajo a buscar Íbola y, tras eso, hay otros tres kilómetros de senda que nos llevarán a Ahín.
Vicen baja más reservón así que entrando en Ahín, me coge. También el setabense. Carrera larga: nos contamos nuestras penas. Entramos en el avituallamiento. Y pasa lo que pasa siempre: Yo abandono en el próximo avituallamiento que no puedo con mi alma, he gastado mucho de inicio, he corrido por encima de mis posibilidades, cualquier equipo te puede ganar, venimos a Eurovision a enriquecernos de la experiencia y seguir más es una tortura y no merece la pena...hasta que te ponen un plato de macarrones.
Cuando te ponen un plato de macarrones tras siete horas de tortura, ya te puede venir la Johansson que le dan por c*lo a los macarrones. Vamos a ser sinceros. Pero como no viene, pues eso, que te los comes en un santiamén y pasas a ver las cosas desde otro prisma y todo deja de ser tan negro. Es que camino de Cerro Gordo era negro oscuro. Luego, con los números en la mano, analizas: van 36 kilómetros. Faltan 27. Los millenials abuchean por estos datos que me acabo de inventar. Llevamos a Contador, Samuel Sánchez y otros 2800 positivos. Quedan 1200. Los millenials dicen que anda ya, que no se puede restar tan rápido sin móvil. Y nos quedan las subidas de Eslida y Artana.
Por otra parte, dejamos de cargar cocacola porque a alguien tengo que echarle la culpa del malestar estomacal previo y no va a ser a la tableta de chocolate que me arreé en la víspera, claro.
Resumiendo los pensamientos macarroniles: no vamos a llegar de los primeros, pero es factible acabar. Además, contaremos con otra ayuda inesperada: el calcáneo derecho, el que duele más, decide que no va a ahogar, que solo va a apretar, o sea que dolerá menos. A saber lo mal que me vería el ijoepú.
Cosa que te replanteas cuando, saliendo de Ahín, te plantan el rampón ese de hormigón. Bueno, lo haces y menos desnivel que queda. Vicen está hablando con Anna cosa que aprovecho para coger unos metros. Tras este primer repecho, tramo de sendero y pista. Aquí es Vicen quien arranca la moto. No levanta ni polvo. Juraría que lleva la de Márquez. Ya no le veo. Y pongo de mi parte, que un kilómetro me sale a 5'10''. Lo que veo, en cambio, es Eslida tras otro descenso de pista.
Avituallamiento. Ahí está Anna. Me dice que M ha hecho podio en la de 17. Ahora sí que me puedo retirar. M en un podio. Ya lo he visto todo en el deporte. Comemos, bebemos y recargamos. Salgo antes que Vicen y me evito el momento ese de cuelga tú, no tú, no cuelga tú, a la de tres colgamos los dos...Atravesamos Eslida que, por cierto, tiene alguna que otra cuesta en su casco urbano y nos encontramos con una senda que es un sube-baja. Yo sigo viendo esto bien...hay que llegar a 4000 positivos. Vamos por los 3300. Y si te vas quitando 3, 5, 8...pues todo va restando. Incluso el número de geles, que pasa de tres a dos.
Salimos a una carretera y a la subida propiamente empezamos a disfrutarla. Estamos subiendo el Coll Roig y, la pendiente, es salvable. Seguimos descontando metros. Además, mentamente preparado para, cuando llegas a ese punto en el que crees que bajas y haces un barrido en busca de las cintas y éstas están a tu izquierda, por esa senda tan empinada. Por cierto, me giro...ahí está Vicen.
Coronamos por fin (este tramo coincide con la Volta al Terme de Fondeguilla en sentido contrario) y empezamos a bajar. Bajada principalmente por pista. Hola Vicen. Adiós Vicen. No le duro ni media recta. Ya no le veo. Van casi 50 kilómetros. El objetivo sigue siendo el mismo: llegar de cualquier manera...pero llegar. Pista, senda, escaleras, avituallamiento de Artana. Anna, Vicen en una silla y otra vez a comer y beber. Vuelvo a la Coca Cola para este último tramo.
Cuelga tú, no tú, no, tú primero...me vuelvo a evitar esta fase y salgo a buscar la última subida. El ritmo de zancada no es especialmente plástico. En efecto, da vergüenza ajena. Pero bueno, quedan 11 kilómetros, así que todo lo que se trote aminora el tiempo pendiente de tortura. De verdad, en un ultra, quien no se consuela es porque no quiere. De esta última subida no tenía recuerdos previos, así que, cuando veo que el primer tramo es una senda no muy complicada tampoco nos disgustamos especialmente. Lo complicado viene luego. Pasamos a un gel ya. Y lo duro es que vuelve a pasar lo del collado anterior: llega un punto que crees que bajas y la senda esta vez va a la derecha...y es complicadita. Mi traducción de complicadita me lo chiva Strava: 167 de desnivel en casi 700 metros. Este cálculo, patrocinado por Cofidis, nos da un inapreciable 25%. Lo bueno...que van 56 kilómetros. Ya solo nos quedará subir a esas antenas que se ven ahí delante.
Lo malo, que para subir esas antenas hay que bajar antes. Lo de los 4000 de desnivel ya se empieza a superar con cierta holgura. Igual el Garmin exagera la altura. Jamás lo habría imaginado con un dueño como yo, oye...pero eso, nos vamos a subir la última. Y una vez subida, un tramo de llaneo para empezar, por fin, la bajada. Ya se ve Vall d'Uxó. Bajamos Penyalba, son 59 los kilómetros, empezamos con un tramo de pista y luego senda.
La verdad que ya estoy un pelín hasta la p*lla de correr. Pero no por la bajada en sí (si ya nos quejamos por las bajadas es para hacérnoslo mirar) si no porque sé a dónde conduce este tramo...al odiado barranco. Además, hay un riachuelillo por ahí que vas haciendo equilibrismo para llegar seco a meta. Estos tramos en los que una carrera se convierte en una gyncana no me van, la verdad. Hasta que llegamos a un tramo en el que el humilde riachuelillo se ha convertido en un estanque con su embarcadero y todo. Y aquí no hay otra que mojarse. Agua hasta los tobillos.
Es ideal si tienes plantillas atravesar un charco. Se convierten en chicle. Se deforman. Si trotas, se echan hacia delante. Si subes, hacia atrás. Odio este barranco. Salimos del barranco. Adiós p*to barranco. Sí, vale, nos vemos el año que viene, claro. Un beso. Nos encaminamos a los últimos 500 metros. Es una causa de estrés bastante fuerte el mirar atrás y ver que viene uno. Te obliga a correr. A correr y a intentar cargártelo psicológicamente. Si te ve correr igual para. Me da igual. Ya que me he puesto, llego a meta. Oye: y llego de verdad.
11 horas y 19 minutos. Hay borbones que trabajan menos en todo el año. Medalla de las que te dejan el cuello echado hacia delante y me preguntan qué tal ha ido. Me pongo a llorar cuando hablo del barranco y de su lago. Por lo demás, les felicito. No me queda otra. Han hecho un trabajo estupendo.
Los corredores necesitamos carreras. Pero las carreras necesitan a gente que la saquen adelante y cosas de estas no debe ser fácil.
Para acabar: una Coca Cola, a lavarse un poco y unas palabritas con Sonia. Ha hecho segunda en el UTES (palabras mayores...que son siete horas de noche) aunque se ha perdido alguna que otra vez. De todos modos, el objetivo es otro y de aquí (trofeo aparte) hay que llevarse sensaciones.
Y las que me llevo yo son las de unos veinte kilómetros bestiales (desde Fondeguilla hasta Penya Blanca), diez kilómetros de ko mental (pensar que estoy haciendo el recorrido de la UTES al revés no se le ha ocurrido a un guionista de Netflix en la vida) y 27 de aquí hemos venido a jugar...y a intentar que no se nos haga de noche.
Por lo demás, este es el perfil
En cuanto al TES en sí, carrera totalmente recomendada pasando por algunas de las cimas más conocidas de la Sierra de Espadán (si quieres hacer más te vas al UTES eh...que el cambio de La Mosquera a mí me ha dejado de aquella manera) con avituallamientos apañados -el de Aín y sus macarrones es de matrícula-, gente muy maja en los mismos, recorrido bien marcado. De la bolsa no puedo decir nada porque la he dejado en el coche que ayer solo me podía subir a mí mismo y au pero, atendiendo a la experiencia, seguro que es algo que nos vendrá genial.
Y no se te olvide entrar de los últimos en la cueva :)
Y eso...siento el tocho.