domingo, 23 de febrero de 2020

Hoy hacemos el ridículo...en Moixent (otra vez)

"Si a las siete estás en el coche, entonces puedes llegar a las ocho a Moixent y disfrutar con más entusiasmo los cinco o seis grados que pueda hacer allí para que así la piel se te queda tersa y firme"...como la de un oso polar.

La verdad que el plan no tenía fisuras. La primera parte estaba hecha, que era la de inscribirnos al trail que se celebraba hoy, 23 de febrero, en Moixent. La segunda parte requería de un despertador y de la dudosa capacidad de hacerle caso un domingo. La tercera, la de la rasca matutina, dijo Moixent que ya se encargaban ellos.

Llegamos, aparcamos, vimos a Javi Muñoz, a Francisco, tres pingüinos con rebequita, a Javi, a Yolanda, a Manolo, a Mar y a uno que iba sin papeles. Ya le llevaré tabaco a la cárcel. Encima que me deja tirado en el UltraPirineu, deja deja. En fin, eso, que los enumero para no parecer tan antisocial y tal. Aunque la mona se vista de seda...




IInqui li mini si visti di sidi...Cogimos dorsal, buscamos un wc ecológico -ejem-, vemos el cambio de los últimos 300 metros con repecho incorporado y al coche. Correremos con térmica, camiseta y manguitos. No recuerdo donde vi yo un look parecido...


Nada que no caigo.

A las 9 se daba la salida. Nos encaminamos a una tercera o cuarta fila. Tenemos experiencia en Moixent. ¿Eso qué quiere decir? Que hay que salir rápido para evitar pillar tapón. Que sí, que en los tapones se conoce a gente guay (verdad JM??), pero que eso, que vamos a intentar correr o, en su defecto, sentir qué se siente al ser tú el que crea el tapón.


Por cierto, Ester Simó nos trae esta actualización de Dónde Está Wally...¿te atreves o prefieres seguir leyendo?

Volvemos al lío.

Eso. 9.00. Pum. Asfalto. Salida. Cada día falta menos para llevarme un móvil con la cabeza. Este estuvo cerca. Gastamos tres turbo de los tres que tenía a la salida para llegar en una posición relativamente cómoda al primer repecho. En Moixent haces 500 metros de asfalto casi llanos y ya estás en la senda. Se inicia, por tanto, el tramo de postureo: importantísimo no desentonar. Si el de delante corre, tú corres. Si para,  aprietas el puño y gritas viva para tus adentros. Si se tira por un barranco, miras si hay cintas y te tiras detrás. Si no las hay, pues no está de mal que le preguntes qué tal está o algo así.

Tras algo más de dos kilómetros y medio, aparece la pista y desaparece el postureo. También se celebra interiormente. El no corretear en llano es lo que tiene, que no puedes seguir ni al tato, así que uno va como más despreocupado. La pista vuelve a coger pendiente al desviarnos a la izquierda y aquí, como los otros años pillaba tapón, este tramo se hacía trotando. Este, pues al revés...fabulosa idea la de salir a tope, ahg, me noto, ahg, como mucho más ahg preparado para seguir subiahgendo.

La pista da a una senda y nos encaminamos hacia la antena. Dicen. Este año ni la vi. Y Moixent, desde esa zona tan privilegiada, tampoco. Sigo echando a faltar señales que digan: para y mira, que no vas a ganar. Tramito de cresteo, senda y salida a pista. Me pilla una minimarabunta.

Aquí aparecen ahora un par de kilómetros pisteros descendentes. La minimarabunta se va. Otra vez a descolgarme. Por una parte viene bien, porque vas a tu ritmo y por otra, pues como tampoco puedes hacer mucho más, te aguantas y sigues. Lo de entrenar, obviamente, se rechaza por mayoría. Por cierto, la primera hora con nueve kilómetros y 500 positivos hechos. Creo que ni la selección de halterofilia de la Alemania Oriental sacaba estos números.

Y, de paso, foto que me llevo con zancada de campeón olímpico. O segundo.


Hay fotos de gente buscando caracoles con mayor sensación de velocidad...soy consciente.

Nos encaminamos a la bajada técnica, con sus saltitos y sus cuerdecitas. Nuevamente, sin tapón. Es lo que tiene ir solo. Es una razón de peso, la verdad. Y si viene alguien por detrás, me aparto y que pase. Al no haber cámaras no hay testimonio gráfico de mi enésimo descenso horrible. Y van...unos cuantos.

Pista, asfalto, rampón, pista, avituallamiento. Dos cosas teníamos claras: salir rápido y parar en los avituallamientos a beber y comer algo...y lo que surja, ya puestos. Que se van dos minutos, se van dos minutos. Más te dejarás si petas. Así que, en el primer avituallamiento, parada escrupulosa. Salimos rodando de ahí. De rodar. Creo que no hay que tomárselo tan al pie de la letra. Damos la vuelta al embalse/pantano/charco/océano y nos encaminamos a la segunda subida.

Tiene su pendiente, no vamos a negarlo, pero lo más duro está al principio. Menudo consuelo. De todos modos, da algo de moral el ir cogiendo a alguno que otro...por cierto, por detrás viene la primera fémina. Y estoy preparado para cumplir mi misión. Sí, esa de "tú tira que ya hago yo tapón". Sin jadear en exceso e intentando que resulte comprensible. Ahí es nada. 

Crestearemos  un poquito y bajaremos por senda. Por cierto, toda la carrera con sol, lo que hace que el lado sur, las sendas estén secas y sea un gustazo bajar por ellas. Vamos, para mí, que no haya riesgo de estrellarme ya lo asocio a gustazo bajar por ellas. Paladar fino fino no es que tenga, la verdad. Senda, pista, ánimos, más pista, kilómetro 15. Ya casi estamos. Más pista. Me coge la primera. Le cuento brevemente lo que queda. Le digo lo del tapón.


Ah, en el 14, Ester Simó me saca dando la sensación de no poder con mi alma...100% de coincidencia  con la realidad.

Resulta curioso que, para comentarle lo restante, uso la primera persona del plural: "subimos y nos queda eso, luego bajamos, blablabla..." obviamente, el matiz va luego. Ahí está el avituallamiento. Y es que uso la primera persona del plural pero tú sigues, que yo me quedo ahí. Plátano, isotónico...como si fuera una boda. Encaramos la tercera subida. La primera rampa es interesante. Si miras arriba, ves a la primera allá arriba. Que va, es mentira, ves un punto blanco. Yo creo que gana. Hago el tapón. Y empiezo mi programa de sucesos. 

La subida tiene pendiente (lógico). Bastante. Pasos cortos y mirada al suelo. En una de estas, me da por levantar la cabeza (algo muy loable salvo que estés en Corea del Norte). Algo la para. Una rama. Esto ya lo he vivido. En este caso, la rama no se hace astillas ni brota sangre. Algo es algo. Mientras me toco la cabeza para comprobar daños y ver lo torpe que soy, noto en el brazo algo acompañado de un zumbido. Hay algo que me pica, lo aparto con un poco de autoayuda y oratoria cuidada (me evito denuncias antianiamalistas, de paso) pero, pese a ello, el aguijón me lo ha dejado de recuerdo.

Por cierto, esta vertiente es nueva. Le han quitado un tramo trotable que ha sido cambiado por senda entre árboles pero la parte bonita, la que vas pegado a una pared de piedra, haces un giro de 180º y vuelves por encima por el mismo sitio sigue ahí. Obviamente, ni nos molestamos en ver los paisajes. Lamentable. Solo nos fijamos en que, por donde hemos subido, no se vea al siguiente.

Cuando por fin se sube...llegamos al tramo que siempre se me olvida que está ahí. El cresteo último...no será más de un kilómetro pero es muy complicado coger ritmo...y más con la palicilla previa. A la primera ni se le ve, así que muy muy enfadada por haberle omitido esto no creo que lo esté. Tras este subebaja, iniciamos el descenso. Ojo, en la parte norte...con lo que hay tramos resbaladizos por la humedad. Luego un poco de pista, asfalto, giro a la izquierda, más pista. Más pendiente. Se camina. Más pendiente aún. Pues se camina más lentamente. Arreglado. Por cierto, parece que bajaremos de tres horas.

Queda subir a la Torre Mora y el pueblo se ve ahí...o sea, no queda mucho. Volvemos a bajar. Avituallamiento. Queda poco pero rellenamos. Bebemos. Último kilómetro. Seguimos bajando. Quedan dos encerronas. Atravesamos la carretera. Se inicia la subida a la Torre Mora. Se inicia la subida a la p*ta Torre Mora. De buen rollo. También de buen rollo es el conato de calambre en la pantorrilla. Se hará andando. Todo. Vamos, como si hubiera alguna posibilidad de haberlo hecho trotando (risas). Llegamos arriba.

Bajamos. Escalera de hormigón con peldaños pequeñitos. Se baja de dos en dos o se bajar por la senda contigua. Vamos bajando, bajando. Entramos en el pueblo. Escalones de hormigón. Ostras, no, humed...ploc!!! Hostiaca fina. Caigo con el hombro derecho en una curva a izquierdas de espaldas. O esa sensación me da. Creo que soy incapaz de volverlo a repetir. Clavícula bien, hombro bien, cualquier huesecillo de por ahí, bien también. No hay dolor de la muerte, así que no hay nada roto. Si acaso el escalón, no sé si está preparado para eso...


Ay, no...ésta es de la semana pasada!! Qué bonito es esto de coger confianza, oye.


Y esta es justo antes de estrellarme...ahí, tan inocente pensando que, tras 20 kilómetros de pista y sendas saliendo ileso...así llegaría a meta. Ja!

Volvemos al lío. Entramos en Moixent tras dejar las escaleras. Última encerrona. Son cien metros de rampa. Con trotar 10 imagino que bastará. Me parecen demasiados. No puedo con mi alma. No hay dolor de hombro. Me consuelo con eso. Venga, que no queda nada. Ya lo sé. Lo único que pasa es que no puedo. Se corona. Se baja. Ploc, ploc, ploc...qué es eso ahora??...no puede ser!!, se me cae la llave del coche por un agujero del bolsillo del pantalón.

Bonita última hora. Recapitulamos: cabezazo a una rama, picotazo de insecto, porrazo y se me cae la llave del coche. Afortunadamente quedan cien metros. Hay una curva a derecha en la que puedo derrapar y estrellarme contra el edificio o puede salir un monstruo de una alcantarilla y engullirme. No veo más posibilidades de riesgo real. Más que nada porque lo de los monos lanzando piñas suele ser más propio de cuando estás coronando alguna subida...cerca de meta no tienen ningún sentido.

Misteriosamente, llegamos ilesos en poco más de 2h42', en el puesto 42 de la general lo cual, oye, a mí me parece que está bastante bien. Hemos bajado cerca de 25' respecto a 2019, lo cual es un mordisco inapreciable para ir sin las superfly ésas.



Un poco de Cocacola, unas palabritas con JaviMuñoz, con Francisco y al coche que hay que descansar, que el sábado que viene haremos el ridículo de otra manera en La Vall.

Por cierto, aquí dejo el perfil:

Muy llano, como puedes ver.

La carrera, pues qué decir de ella. Me ha encantado. Son tres subidas y el regalo de la (p*ta) Torre Mora con bajadas de todo tipo: muy técnicas, sendas o pista; en cuanto a las subidas, pues de todo tipo también: trotables, caminables o de arrastrarse directamente (por eso merece la pena llegar a la última con algo de reserva)...avituallamientos más que correctos y bien colocados, buen clima y dicen que la paella de meta estaba muy buena.

Ya no veo tan mal pasar frío a las ocho de la mañana, qué curioso, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario